«Macbeth», con Michael Fassbender y Marion Cotillard reinterpretando

Estreno en España
Adaptar una obra teatral al cine no es algo que sea sencillo y por ello se ha de valorar en positivo la disposición y el empeño de esta nueva incursión que el cine hace en el universo del teatro. Porque «Macbeth» es una película dirigida por el director australiano Justin Kurzel que vuelve a transportar al cine la conocida obra de William Shakespeare. Michael Fassbender encarna junto a Marion Cotillard al famoso duque de Escocia, un auténtico tirano que se hizo con el trono del país a base de asesinatos múltiples, pero cuya ambición y traición supuso la poderosa causa de su ruina definitiva. Es cierto que Orson Welles, Akira Kurosawa y Roman Polanski ya la habían llevado por separado a la gran pantalla, pero tal vez ésta sea su versión más cinematográfica y, por tanto, la que está destinada a convocar a un mayor número de espectadores a las salas de cine.
Kurzel nos presenta aquí un personaje principal desquiciado y patético al que sólo le importa su propia avaricia, esa codicia que tiene como finalidad conseguir cada vez cuotas superiores de poder. Lo único que respeta el filme son los diálogos en verso de la obra original; todo lo demás son artilugios de virtuosismo visual y técnico, que están muy bien llevados y son lo mejor de esta película, -aunque cabe preguntarse qué es lo que diría Shakespeare ante semejante deformación-, y por otro lado se habrá de reconocer que es una obra que se presta a múltiples interpretaciones y aristas que no aparecen en el texto original.
La historia que cuenta es básicamente la ya conocida, con sus brujas, la instigadora esposa Lady Macbeth (Cotillard), batallas, asesinatos en cadena, y el paso progresivo de su protagonista masculino de parecer un glorioso guerrero en un principio a un oscuro y paranoico rey más tarde. Fassbender le da un aire muy cinematográfico a una actuación originalmente pensada para ser interpretada en el teatro. Al monarca, su infeliz ocaso lo lleva directo a la locura, y como se cree un Dios del universo, nadie lo puede ayudar.
El «Macbeth» de Justin Kurzel ha sido rodado en su mayor parte en exteriores, donde las tormentas se convierten en un eco más de la intriga del relato. Alguna de las batallas era simplemente descrita e informada en el original, pero allí no tenía presencia visual debido a la dificultad para representarla sobre un escenario.
Centrado en la psicología de sus protagonistas, sobre todo la de él, el filme trata de hacer olvidar al espectador que se encuentra ante una obra clásica de lenguaje en verso, y al mismo tiempo parece estar intentando convencernos de que la locura sobrevenida forma parte de las circunstancias. Aquí es como si el resto de personajes le tuviera que pedir disculpas al déspota por el simple hecho de haber nacido en este mundo y que él no fuera exactamente el causante. Así pues, la envergadura de la intriga está acentuada y cambiada, restándole igualmente atributos locales con la intención de aumentar los segmentos de público a los que pueda llegar la película. Algo que por lo menos es cuestionable, sin duda.
©José Luis García/Cinestel.com