«Nacimiento», de Martín Mejía Rugeles; actitudes y modos de vida

Este filme colombiano que venció el 19 Festival Black Nights de Cine de Tallinn (Estonia) con los premios a la Mejor Película y el de la FIPRESCI, es un relato conectado a la vida cotidiana en la selva amazónica y su relación con lo biológico en todos sus aspectos, desde lo vegetal hasta la maternidad. El porqué de su título deriva del embarazo que disfruta su protagonista Helena, quien prevé dar a luz cuando empiece la temporada de lluvias. Entre las actividades diarias, su hermano y su madre tienen que dedicar un tiempo a la recolección de leña y comida para cuando llegue el momento deseado. Otra gente que está por las inmediaciones se desempeña en labores de cosecha o de secar el pescado en un ambiente apacible pero constante, sin prisa pero sin pausa. Cuando comience a caer el agua con fuerza, todos ellos deberán reposar para poder acompañar el nacimiento de la criatura. Martín Mejía Rugeles ordena su mirada en «Nacimiento» hacia unas actitudes y modos de vida concretos.
A lo largo de toda la estructura de la película predominan unos cuidadosos planos estáticos que nos proponen la tarea de ir buscando y descubriendo esos rincones de aparente sencillez que se entroncan mutuamente con personajes más bien asépticos, fríos y desapasionados, que siempre evitan exteriorizar demasiado sus emociones entre sí.
«Nacimiento» es una ficción observacional en la que tanto importa lo que está como lo que no está. Hay quien diría que apenas hay conflictos entre sus personajes, más allá de la lluvia persistente que suele interrumpir todos sus quehaceres habituales. Tal vez sea cierto, pero lo verdaderamente interesante de este filme son esas pequeñas cosas y su contraste con la inmensidad del todo. Tras un recorrido fluvial impresionante, Helena dará a luz en una escena única e irrepetible, al tiempo que muy bien estudiada y posiblemente distinta a lo que hayamos podido ver hasta ahora en el cine.
©José Luis García/Cinestel.com