«Subte – Polska», de Alejandro Magnone; la pasión y los recuerdos

Estrenada en Argentina
Héctor Bidonde es uno más de esos actores y actrices que siempre que estuvo en el reparto de una película, nunca la protagonizó. Tras más de una treintena de films, llegó a los cines argentinos su primer papel protagónico en «Subte – Polska», la ópera prima del actor, guionista y director de teatro y ahora cine, Alejandro Magnone, en la que lo acompañan Miguel Ángel Solá y Marcelo Xicarts. Bidonde encarna a Tadeusz, un argentino nacido en Polonia que cuando era joven tuvo que emigrar a Argentina debido a que era judío, no sin antes recalar en España para ayudar en las Brigadas Internacionales durante la Guerra Civil Española. Magnone se atreve con uno de los temas en los que otros directores suelen tener más reparos a la hora de abordar la vejez de las personas: la vida sexual de los mayores aquí incluida en un filme que, si bien tiene cierto trasfondo dramático, incluye algunas partes de comicidad derivadas de los problemas de memoria que tiene el protagonista, quien confunde sus recuerdos con el presente.
Precisamente, en torno a esa demencia senil queda nucleado todo el relato en su ternura, en sus olvidos, pero también en la forma de tratar lo que parece ser el mayor problema que atraviesa Tadeusz, la fortaleza de lo que él llama «el que te dije», el vigor sexual vamos, que es lo que más le preocupa. El guion, también de Alejandro Magnone, tiene su chispa, está elaborado con muy buena onda, y es tremendamente inteligente en unos cuantos puntos, en especial en el de las pastillas que el anciano nonagenario se tiene que tomar por prescripción médica.
Tadeusz sigue frecuentando las estaciones del subte de Buenos Aires, donde ha trabajado toda su vida desde que participara en su construcción hasta que se jubilara siendo motorista de los convoyes. La película lo muestra también de joven en algunos breves flashbacks, tratando de enarbolar sus puntos de adaptación y el recuerdo de algunas de sus novias, mientras el relato está procurando dar rodeos semejantes a los que se producen en el interior de su mente.
Medicamentos, sexualidad, recuerdos, olvidos, familia, ajedrez y nuevas tecnologías se van entremezclando junto a una estupenda música de cuerda compuesta por Pablo Bronzini, que le da el broche de oro a una película entrañable que se mueve entre el drama y la comedia en esos pasillos y estaciones del subte inusualmente con tan poca gente.
©José Luis García/Cinestel.com