Reseña de las películas del Festival Latinoamericano de Cine de Tigre
Del 26 al 31 de mayo tiene lugar en el municipio bonaerense de Tigre la primera edición del Festival Latinoamericano de Cine de la localidad (FELCIT). En la competencia latinoamericana de largos (CLL), habrá obras de Chile, Colombia, México, Perú, Paraguay y Argentina, y se premiará la mejor ópera prima con un incentivo económico al igual que en la competencia latinoamericana de cortos (CCL) compuesta de dos programas de cortos con las mejores obras del continente y la competencia de cortos tigrenses (CCT) con producciones hechas por cineastas residentes en el territorio o que presenten diversas visiones del mismo. El jurado de largometrajes está compuesto por José Celestino Campusano, Paula Félix Didier y Paulo Pécora.
Como previo al Festival, publicamos en Cinestel nuestras reseñas de todos y cada uno de los largos que participan en la sección competitiva, que son un total de nueve películas:
LATAS VACÍAS, de Herib Godoy (Paraguay)
Tras «7 Cajas», el cine paraguayo sigue dando sus buenos frutos como lo corrobora esta nueva película rodada en la municipalidad de Coronel Oviedo, con una certera actuación del protagonista encarnado por Aníbal Ortiz que es el centro de una historia de búsqueda de prosperidad, errores y humillación. Esta humilde producción filmada con un aprovechamiento de recursos al máximo y empleando una sola cámara, cuenta la historia de un joven que recorre el departamento de Caaguazú en busca de tesoros ocultos tras la Guerra de la Triple Alianza, que enfrentó a Paraguay con Argentina, Brasil y Uruguay a finales del siglo XIX. Luego de una serie de graves problemas golpeados por la tragedia, Alfonso huye hacia una ciudad donde cada vez son mayores los asentamientos de personas que proceden del mundo rural y se tienen que dedicar a la recolecta de latas y al reciclado de vertederos.
«Latas Vacías» refleja la historia de un perdedor obligado a irse a la ciudad para vivir peor, una persona que ambiciona el hallazgo de fortunas enterradas que lo ayuden para salir adelante, pero que se encuentra rodeado de un mundo donde hay trampas y tramposos que le pueden llegar a hacer la vida imposible. Con una narrativa lineal de Godoy y esa acertada interpretación de Ortiz, la película contiene subrayados musicales que enfatizan ciertos momentos de suspense con algunas incursiones en el terreno de las alucinaciones y la locura.
EN LA ESTANCIA, de Carlos Armella (México)
Admirablemente portentoso Carlos Armella en esta mezcla de documental y ficción, lo que se denomina docu-ficción, una película que ratifica el talento de este realizador mexicano que se dio a conocer en el mundo en 2005 a raíz del film co-dirigido «Toro Negro». «En la Estancia», su ópera prima en solitario, es todo un hallazgo para el espectador porque comienza pareciéndose a lo que sería un documental, pero a medida que avanza el relato vamos descubriendo suficientes elementos de artificio como para que en la parte final prácticamente nos olvidemos de lo que el filme aparentaba ser en un principio.
La cinta es la historia de un padre y su hijo que son los dos últimos habitantes de un pueblo llamado La Estancia. No es una vida licenciosa la que llevan porque ambos tienen repartidas sus responsabilidades, pero sí que es sostenible. A media película descubrimos al camarógrafo que los está retratando para un documental, quien marcha con la promesa de regresar algún día para completarlo. Con una buena puesta en escena, el realizador abunda en el debate sobre si el documental refleja las verdades de sus personajes o si éstas varían según quien las retrate. Saber vivir la vida y no dejar algunas cosas para más adelante, serían dos de los pilares principales del trabajo de Armella.
JOSELITO, de Bárbara Pestan Floras (Chile)
La ópera prima de Pestan es un filme sobre el duelo familiar en el que los silencios importan más que las palabras. Rodada en un pequeño pueblo de la isla de Chiloé, la película cuenta la historia de un padre y su hijo a quienes se les acaba de ir para siempre su esposa/madre, lo que acrecienta la distancia entre ellos y su opinión común de que les quedan pocas razones para seguir creyendo en el Nazareno, al que veneran en procesión una vez al año.
El filme ha sido rodado con no actores, cámara en mano y algunos fuera de campo, en un ambiente rural donde la realizadora ha procurado huir de espacios con fuerte contraste luminoso para favorecer una luz tenue que acompaña gran parte de la película convirtiéndola en sórdida, meditativa, minimalista, con evocación a los sentimientos y adquiriendo un sentido reflexivo acerca de cómo unas personas ayudan a las otras y qué importancia tiene el entendimiento mutuo.
ROCÍO RECORDER, de Marcos Migliavacca (Argentina)
Rodada en La Plata, «Rocío Recorder» es un tipo de película que rápidamente se asocia a los filmes de Matías Piñeiro. Aquí es una voz en off en cintas de cassette la que constituye su hilo argumental sobre recuerdos y viajes al futuro en torno a una joven bailarina llamada Rocío Gálvez. La chica pretende dejar la ciudad para irse a vivir a Alemania, mientras que la misteriosa voz nos cuenta lo que sabe y lo que no sabe lo inventa.
El director argentino busca en una imagen que sea bien entendida y por momentos experimental, llegar a toda esa dramaturgia sonora a través de ambientes reconocibles de la niñez y la adolescencia, arriesgando con un ritmo variable que busca innovar en su convencimiento de que la imaginación es la única herramienta capaz de producir la verdadera felicidad.
RAÚL, de Matías Venables (Chile)
Raúl es un peluquero solitario que ha pasado la mitad de su vida cortando el pelo a sus clientes y escuchando en silencio los cuentos e historias que le traen desde afuera, pero un día se da cuenta de que de tanto escuchar sobre vidas ajenas, se ha quedado sin una historia propia que contar a los demás. Es entonces cuando decide tratar de buscar esa vida y esas anécdotas propias que no puede contar en primera persona.
Venables hace gala de un buen guión, y la realista actuación de sus personajes conforma una película creíble sobre la gente que necesita hablar y la que prefiere que alguien le hable. Serenos, tontos y fanfarrones van desfilando por la silla de corte, muchas veces como si de un casting para interpretar se tratara. El filme va derivando hacia la búsqueda interior de Raúl y un posible conflicto al que el peluquero va haciendo frente con su habitual parsimonia. La obra es el proyecto de Título para obtener el grado de realizadores cinematográficos de los cuatro miembros del equipo técnico del film, otorgado por la Escuela de Cine de Chile.
CLIMAS, de Enrica Pérez (Perú)
«Climas» es una película en la que la debutante Enrica Pérez demuestra destreza y promete mucho de cara a futuros trabajos en cine. Se trata de tres historias diferentes alrededor del universo femenino. Sus dilemas tienen que ver con la edad, el estrato social y la ubicación geográfica a partir del reconocimiento de los procesos que muchas veces enfrenta la mujer en la pubertad, la adultez y la vejez. La primera es sobre una niña que afronta una relación prohibida con su tío en plena etapa de la pubertad, la segunda nos muestra una mujer de la alta sociedad que esconde un grave secreto, y la tercera es una anciana humilde que habita en una aldea remota y desolada de Los Andes.
El filme es un trabajo muy cuidadoso en su construcción y fotografía, fraccionado en esas tres personas, pero todo convenientemente unido en su guión para que se sepa que los tres relatos corresponden a la misma época o momento. En los tres casos, el papel que desempeña la mujer está en el eje central de las historias, una mirada que por fortuna va siendo más habitual que antes en nuestras cinematografías.
AMOR, ETC., de Gladys Lizarazu (Argentina)
Dib y Lisa acaban de mudarse para vivir juntos. Lisa adquiere una línea de teléfono a cuya ex-propietaria no paran de llamar, llegando a producir en ella una intensa obsesión. Además, la llegada de los dos al vecindario comienza a generar conflictos de diversa índole con los vecinos. Lisa trabaja en la radio, mientras que Dib está parado y tiene un carácter exasperante.
Notable trabajo de Gladys Lizarazu, tanto en el guión como en la dirección de actores, presentando una historia muy vinculada al tipo de vida urbano de hoy en día en el que en algunos casos se apuntan distintos obstáculos de carácter disfuncional en las parejas y familias. La película pone su acento en el marcado impedimento de la adaptación a un entorno ya de por sí viciado, en el que unos problemas van generando otros distintos como en un efecto dominó. Entrañable a ratos y caótico en otros, el filme le da en su parte final un doble sentido metafórico a lo que puede ser el «desmadre», dentro de una historia muy bien elaborada en su concepto y su desarrollo.
NO HAY TIERRA SIN MAL, de Belén Bianco (Argentina)
Belén Bianco nos presenta un relato rodado en fílmico sobre dos mujeres, una de ellas en pleno despertar de su sexualidad y la otra, su empleada doméstica, que está buscando la comprensión y el cariño de alguien. «No hay tierra sin mal» es una película que describe tránsitos por los que estas dos personas pasan sin incluir conflictos adicionales, como si se buscara ver pasar el tiempo en espera de oportunidades con las que poder adaptarse.
Rodada en Misiones, la realizadora quiso reflejar esa soledad de manera explícita y explicar las dificultades que para ellas dos tiene la construcción de vínculos con un entorno que a menudo no entienden. Bianco es egresada de la Universidad del Cine de Buenos Aires.
ELLA, de Libia Stella Gómez Díaz (Colombia)
La directora colombiana que debutara en 2005 con «La Historia del Baúl Rosado» nos presenta en esta ocasión la historia de un matrimonio de dos ancianos que viven en los suburbios pobres de Bogotá. Ella fallece y él tiene que cumplir con el último deseo de su amada, pero la cuestión del entierro generará no pocos conflictos que resolver.
Gómez Díaz nos presenta un filme en blanco y negro que gracias al tratamiento digital ha conseguido que algunas partes, pocas pero importantes dentro del contexto de la historia, aparezcan en color. Con algunas actuaciones desiguales en cuanto a su nivel, el filme nos transmite la idea de lo difícil, -y caro-, que puede llegar a ser la ejecución de un entierro digno para cualquier persona que está en la pobreza, cuando la funerarias se han convertido en una especie de industria para hacer dinero. El largo peregrinar del anciano con el cadáver de su esposa, es mejor interpretarlo como si de una metáfora de las dificultades se tratara, antes de como algo que pudiera se aplicable a la vida real.
©José Luis García/Cinestel.com