“Roberto ‘Polaco’ Goyeneche, las formas de la noche”; vida y tango
Estreno en Buenos Aires
Una de las muchas capacidades que posee el cine documental es la de rememorar la impronta o la huella que algunas personas han ido dejando a lo largo de su vida. “Roberto ‘Polaco’ Goyeneche, las formas de la noche” es una película que evoca la importante figura de aquel cantante argentino que fue una de las voces más representativas del tango porteño.
Su sobrino nieto, el ya conocido director de cine Marcelo Goyeneche, revive a través de archivos, testimonios y fotografías, la popularidad de ese hombre sencillo y humilde del barrio de Saavedra que fue uno de los principales protagonistas de la noche del centro, el tango, los amores y el misterio de una Buenos Aires que ya no existe, pero que además de haber sido un muy importante intérprete, devino en alguien especial y fundamental en la cultura argentina.
Indiscutiblemente, a través de este filme, la gente amante del tango va a poder reencontrarse con este ídolo musical que tenía una voz única e irrepetible, pero también es cierto que las nuevas generaciones de jóvenes tienen aquí la posibilidad de saber quién fue y descubrirlo.
La viuda del Polaco, Luisa Mirenda, fue la gran aliada de Marcelo para hacer esta película y en cierto modo su alma mater, además de haber autorizado al realizador para el uso de ciertos recursos de archivo. Desgraciadamente, ella falleció dos años antes de estrenar este filme, pero aquí queda plasmado su sentimiento y su testimonio más lúcido y sincero.
Para comenzar esta entrevista, Marcelo Goyeneche nos habla acerca del hallazgo de imágenes inéditas, así como de la importancia del audiovisual, justo en el momento de abordar un balotaje de las elecciones argentinas de 2023 en las que uno de los candidatos abogaba por suprimir el INCAA y, por ende, el cine argentino:
“Para mí fue muy importante, por un lado que el Polaco contara su historia, -por eso fue decisiva la investigación para recopilar mucho material de archivo audiovisual, muchas entrevistas-, y por otro lado el hallazgo de videofilmaciones caseras en formato de Súper 8 que tenía la familia, pues eso abrió también la puerta a poder trabajar en una película que tiene mucho archivo inédito y que creo que el espectador lo va a disfrutar mucho”.
“El cine independiente documental es imposible realizarlo sin políticas públicas de fomento. O sea, sin el INCAA esta película del Polaco no existiría. Eso quiere decir que nuestra cultura se iría apagando, porque no tendríamos una película ni sobre el Polaco, ni sobre personajes conocidos y comunes. Nuestra cultura depende de la protección de las políticas del Estado”.
“Pero hablando sobre el material de archivo, lo que te quería decir es que Argentina sigue sin tener la Cinemateca Nacional. Es realmente una vergüenza, a la altura que estamos, que todavía no tengamos un lugar para preservar, cuidar y poner en valor nuestro patrimonio audiovisual. Nosotros tenemos el 90% del cine mudo-silente desaparecido y una gran parte de nuestro riquísimo cine sonoro está en ese camino; por lo tanto es increíble que todavía no se haya podido poner en pie la Cinemateca”.
“En Argentina hay mucho material de archivo, pero lo tienen coleccionistas privados que piden precios en dólares para que los uses, o que lo guardan o te dicen que sí o que no, como un capricho, cuando esto es un bien de toda la población. El derecho y el acceso al patrimonio audiovisual lo ha marcado la UNESCO hace varios años como algo esencial de los pueblos”.
“Así que ha sido muy difícil para mí transitar la posproducción o el proceso de la película viendo con qué material contaba y con qué no. Mucho procedía de la familia y eso fue maravilloso. Yo tuve el apoyo de la RTA, la Televisión Pública argentina, pero también hay otro material que podría haber puesto durante el montaje y que no está por cuestiones económicas y privadas. Y ahí es donde hay que llamar la atención y alertar para mantener las políticas públicas y crear definitivamente la Cinemateca Nacional de la República Argentina”.
– Tanto Roberto como otros cantantes de tango que había en la época, como pueden ser Gardel o Lepera, fueron los precursores de esta modalidad musical que comenzó hacia el año 1916. ¿Crees personalmente que el tango fue un proceso político en aquel momento?
El tango es un proceso político en sí porque está sumamente ligado a la historia política y social de la Argentina y ha atravesado distintos momentos, siempre vinculado con los procesos históricos. Eso es así. No es casual que la figura de Gardel surja en los años ’20 durante el primer radicalismo, donde hay un líder popular. No es casual que el tango tenga su esplendor en los años ’40 y ’50 durante el primer gobierno peronista. Y no es casual tampoco que haya tenido una etapa muy oscura y de mucha censura en la década infame del treinta. Y luego también estuvo atravesado por las nuevas tecnologías, las nuevas modas, y por eso el tango se ha reinventado y se sigue reinventando como nos reinventamos los argentinos.
– La letra del tango suele hacer siempre referencia a la tragedia o al despecho, y esto se ve como algo que está enfrontado con lo que son las relaciones personales de la gente, poniendo en evidencia las paradojas del amor y de los sentimientos. ¿Es ésa la esencia del tango en tu opinión?
Yo creo que podemos diferenciar entre lo que es una parte racional de lo que es el tango y otra que es emocional y que es sensorial, que yo no la podría poner en palabras, y que tiene que ver un poco con nuestra historia, con ese Buenos Aires que ya no existe, con esa melancolía de esta ciudad, con la filosofía, con la existencia,… el tango son muchas cosas. Nuestro ADN está ahí latente y creo que se reinterpreta también y se resignifica a cada momento. Pero sí, por supuesto, creo que la poesía del tango tiene mucho del desamor, mucho de la tristeza, mucho de la nostalgia, mucho de la figura materna, mucho de la amistad, de la fe, de la noche,… Está todo, está Buenos Aires latiendo siempre en el tango.
– Y está la noche. De hecho la película se titula “Roberto ‘Polaco’ Goyeneche, las formas de la noche” y esto me sugiere que, como se menciona también a lo largo del film, todo comenzó con actuaciones nocturnas que ahora poco a poco se han ido perdiendo. ¿Qué ha pasado para que aquella forma de proyectarse profesionalmente haya ido mermando? ¿Nos hemos ido trasladando hacia los dispositivos electrónicos?
Hay un poco de eso. Vivimos en un mundo distinto, no solamente acá, en todas partes, también acentuado un poco por la pandemia. La noche no es para la gran mayoría una alternativa de encuentro. Están los dispositivos, como bien decís vos, está un poco lo de quedarse guardados por un tema de seguridad, pero si bien la Buenos Aires nocturna es muy distinta a aquella que supo transitar el Polaco, sigue teniendo reductos importantes donde encontrarse a bailar o a escuchar a alguna banda, algún grupo o alguna orquesta para disfrutar de algunas milongas. Siempre va a ser un lugar de resistencia cultural ése y entonces creo que, como se dice comúnmente, el que busca, encuentra. Hay. La noche tiene esos recovecos todavía.
– Y también se percibe algo en este documental que hace referencia al paso del tiempo, y no sólo en lo que tiene que ver con el protagonista y la gente que lo rodeaba, sino que aparece un pequeño detalle que me hizo reflexionar y es que en un momento determinado se escucha una voz que yo reconozco en Víctor Hugo Morales, pero que es un chico muy jovencito el que está hablando. ¿Crees que situaciones así nos pueden llevar a una mayor introspección sobre los ciclos de vida como espectadores?
Es Víctor Hugo, sí, cuando lo entrevista (a Roberto) bajando del colectivo. La película yo creo que apunta al recorrido que hace el Polaco durante casi cinco décadas de la historia argentina a través del tango y lo que yo quise mostrar era cómo este ser extraordinario, este artista único, se fue reinventando con el paso del tiempo. Ahí hay un poco una paradoja de cómo nos vamos reinventando los argentinos que tenemos muy presente esto. Y volviendo a lo de la política, me parece que hay una reinvención.
Recién estaba pensando, obviamente influido porque estoy hablando con vos, en mi abuela materna que era gallega, de Lalín, gallega-gallega de verdad, no como nosotros le decimos a los españoles en general, y que era una fanática del tango. Vino muy chica a Buenos Aires y sin embargo se sentía como una porteña más, escuchando todos los días a las grandes orquestas de los años ’30 y ’40.
Yo creo que el tango está presente siempre acá y te va involucrando y llevando de una manera muy especial que pienso que tiene que ver con la identidad. Y por más que haya pasado el tiempo, hay algo en el ADN, en el sentido de pertenencia, que el tango lo sigue sosteniendo.
– E igualmente hay otra parte de la película que pone de relieve cómo el tango es un trabajo en equipo, al referirse a la relación amistosa y profesional que mantuvieron el Polaco con Aníbal Troilo; y obviamente sin el Gordo, la vida de Roberto no habría sido igual, ¿no es así?
Sin dudas. Pero tampoco hubiese sido igual si no hubiera pasado por la Orquesta de Salgán, o sin hacer sus primeros pasos en los clubes con la Orquesta de Kaplún. Yo creo que los artistas se van moldeando, se van fogueando, y van mostrando su talento de a poco aquellos que saben escuchar y acompañar a lo que te pone la vida en el medio.
El Polaco decía que se perfeccionó con Salgán y después entra esa orquesta maravillosa de Pichuco y realmente es el esplendor, pero sin duda que han sido muchos más y muy importantes, como Atilio Stampone, que realmente fue fundamental en la carrera del Polaco, y muchísimos otros que podría mencionar.
– La película no es del todo complaciente por cuanto en algún momento se mencionan algunos rumores con respecto a la salud del Polaco. ¿Quisiste así mostrar que él era una persona humana y que tenía sus propias contradicciones?
Sí, por supuesto. Para mí era importante abordar el personaje público, pero también centrarme en el ser humano, sin golpes bajos y sin meterme en cuestiones que, la verdad, el Polaco no está más y no puede decir qué le parece lo que se hizo con su vida, entonces, respetando también. Pero creo que el cine documental tiene algo sumamente importante que es el proceso de investigación y ahí es donde, no importa el personaje que sea o el tema que trates, vos tenés que entrar con una cierta distancia, y esa distancia es la que permite balancear entre lo que ese personaje te puede dar, lo que vas buscando y los lugares donde éticamente uno no tendría porqué entrar.
– Hay también un momento del film en el cual se ve su participación en una película de Pino Solanas. Roberto no se prodigó mucho en el cine, participó solamente en tres películas, pero posiblemente sea porque no necesitaba de este medio para, de alguna manera, promocionar la música que él hacía. ¿Fue así o quizá es sólo un apreciación mía?
Yo creo que fue una genialidad de un maestro como Pino Solanas el hecho de convocar al Polaco a una película tan importante en la historia de nuestra cinematografía como es “Sur”, porque el Polaco es un poco la síntesis de esa Argentina y de esos argentinos, del exilio pero también del exilio interno, de la dictadura, de todos los procesos políticos. Yo creo que hay que agradecerle enormemente a Pino haber tenido esa iniciativa, porque además, el tango y el cine tienen un vínculo importante y porque la cultura es eso, trasciende los formatos, y yo creo que la fusión entre la música, el cine y la cultura general es siempre productiva.
– Y por tener ciertos vínculos de familia con el retratado, ¿es ésta quizá tu película más personal?
No sé si es la más personal. Yo al Polaco le conocí muy de chico, cuando venía a la casa de mi abuela, y sí está atravesado por lo familiar y por el renombre de la figura de la cual estoy abordando, pero yo pensé todo el tiempo, más que en mí, en la gente, en el público, en darle una película que tuviera a su ídolo cantando y que además el Polaco contara su propia historia. Quería tratar de intervenir lo menos posible, si bien eso es imposible, por supuesto, porque yo soy el director y el guionista y el montaje lo hemos decidido nosotros, pero yo quería que el espectador descubriera al Polaco ahí, en primera persona, a través de su propia mirada y con mucho tango. No quería guardarme nada con eso. Quería jugarlo todo a ello.
©José Luis García/Cinestel.com