Venecia: «Sacro Gra» de Gianfranco Rosi; fragmentos de la vida

Este es un documental que siempre será recordado por ser el primero que logra el máximo galardón en la Mostra de Venecia, un León de Oro concedido por el jurado oficial presidido por Bernardo Bertolucci, quien lo calificó como «sorprendente» y lo alabó por su «calidad de pureza». Rosi había rodado antes en México el film sobre crimen e impunidad «El Sicario Room 164», en el que entrevistaba a un secuaz a sueldo y quizá allí pudo haberse fijado en la idea conectiva que Juan Carlos Rulfo había plasmado en «En el hoyo». Aquí ha intentado hacer algo parecido, pero sin el factor sorpresa que introdujo el cineasta mexicano.
«Sacro Gra» es una película filmada entre edificios, plazas, patios de colegios, caravanas, gimnasios, pescadores y dentro de una ambulancia que están al lado o hacen uso de la autopista de circunvalación que tiene Roma, la llamada A90. La propuesta de Gianfranco Rosi implica que nos dejemos llevar por diferentes fragmentos de la vida cotidiana de unas personas que viven de una manera u otra influenciados por la presencia de una vía que viene a simbolizar lo bien que estamos conectados en la distancia los humanos pero la escasa relación que tenemos entre familias diferentes a la nuestra o grupos que estamos cercanos. Aparece por ejemplo, una mujer en una ventana hablando por teléfono que afirma que no conoce a los vecinos de su derecha.
Con todo y eso, hay que subrayar que Rosi ha reflejado en el documental tanto los puntos negativos como los positivos, las alegrías que también se producen en muchos momentos de la vida y las conversaciones sobre lo que sea pero que nos provocan una sonrisa o una carcajada. Igualmente aparecen, cómo no iba a ser, los personajes excéntricos y especialmente uno que vive de renta y acumula una cantidad de títulos nobiliarios de esos que se compran y hasta se pueden coleccionar con condados y ducados inventados y pagados a golpe de talonario para adquirir un reconocimiento simulado y ficticio que nunca lograrían de otro modo por su inactividad productiva y su extraordinaria pereza personal.
El director dice que se inspiró en Ciudades Invisibles, un libro escrito por Italo Calvino que habla sobre viajes y refleja una manera de entender lo que podría ser la relación y los vínculos que tiene un lugar con sus habitantes. En este caso de la película, los vecinos del extrarradio de una gran ciudad tienen un debate interno entre sus propios deseos y la confusión que genera vivir ahí, que son las características que mejor van a ayudar a trazar un dibujo de ellos mismos.
«Sacro Gra» va fluctuando entre sus pintorescos personajes de una manera desigual; algunos salen una o dos veces y no se les vuelve a ver y otros en más fragmentos. Está también el que casi abre y cierra el documental, un botánico que se dedica a hacer grabaciones de audio en el interior de unas palmeras para detectar y envenenar los insectos que devoran los troncos y que ya están constituidos en una temible plaga.
Igualmente comprobamos el trabajo que hace un médico de ambulancia en sus frecuentes desplazamientos bajo el sonido de una sirena que se va encargando del tratamiento de urgencia de las víctimas de accidentes de tráfico en esa gran autopista y un experto pescador italiano de anguilas que vive con su esposa extranjera en una casa flotante en la zona de un puente por el paso del rio Tíber. En la película nunca aparecen elementos que identifiquen los lugares conocidos de Roma ya que todo el repositorio de historias está contenido en esa zona periférica con esa gigantesca serpiente que se muerde la cola como nexo común entre ellas.
©José Luis García/Cinestel.com