«Samba», de Eric Toledano y Olivier Nakache; amor e inmigración

Los autores de «Intocable» conjugan drama y comedia en esta película, «Samba», rodada bajo la perspectiva de trabajo, inmigración, estrés social y búsqueda del amor. Sus protagonistas son los actores franceses Charlotte Gainsbourg y Omar Sy que interpretan a una mujer absorbida por el trabajo y a un inmigrante sin papeles que trata de sobrevivir como puede dentro de un ámbito dominado por los impedimentos burocráticos de todo tipo que evitan que llegue a regularizar su situación legal en Francia. A ellos dos se les suman los personajes interpretados por Tahar Rahim e Izïa Higelin, un inmigrante de otro país y una compañera de ella en una ONG de ayuda a los llegados. Entre ellos cuatro, progresa esta historia.
Ambos cineastas desarrollan un relato certero y reconocible alrededor del mundo de la emigración clandestina que recala en Francia. Los deseos de salir adelante, el sentimentalismo, la cooperación, el choque de culturas, y los negocios que se montan para aprovecharse de estos indefensos, son temas que gravitan en todo momento en una película cuyas huidas hacia adelante de los emigrantes frente al temido cerco policial tal vez puedan ser vistas como más metafóricas que reales, pero que llevan implícito el sello de aquello que es sumamente vital para ellos: la perentoria necesidad de que no los atrapen porque de lo contrario van a tener que regresar a sus países de origen. En este sentido, la venta de documentación falsa para la usurpación de identidad de un inmigrante legal que se ve en la película, es una práctica harto habitual en esos círculos bastante oscuros por los que se tienen que mover estas personas que han decidido dar un paso tan terrible y a la desesperada, dejando atrás a sus familiares y amigos, en una diáspora como tantas otras que se han ido dando a lo largo de la Historia de la humanidad.
Por otro lado, el filme nos hace evidente casi desde el principio la posibilidad de un romance entre Alice y Samba, ella excedida y pasada de tuerca en sus trabajos hasta tener que recibir medicación, y él por el contrario, necesitado de un entorno laboral que logre estabilizar su situación ahí en Francia. Ella es francesa, una alta ejecutiva que ha pedido vacaciones a causa del estrés para dedicarse a la ONG, mientras que él es un senegalés que está dispuesto a trabajar en un empleo que le han ofrecido pero que está sin documentación. Vuelve aquí a tratar el cine francés una realidad que sigue siendo imposible de ver en el cine estadounidense, la de que el amor también surge espontáneamente entre personas de tan diferente aspecto físico. En Estados Unidos es algo que ocurre normalmente entre la gente, pero su cine está empecinado en negarlo.
Los personajes de Tahar Rahim e Izïa Higelin son aleatorios al relato y su función es la de liberar rigidez en la parte principal de lo que se está contando, reconduciendo la situación hacia una parte más abierta y distendida, si tenemos en cuenta que se producen algunas tensiones entre Alice y Samba. En definitiva, estamos ante una película muy correcta y bien expuesta que no se queda sólo en lo que es la problemática de la inmigración, sino que también se interroga acerca de esa cultura que tiene al trabajo como valor supremo, y si no sería mejor buscar a ese alto nivel otros caminos que garanticen la estabilidad y la satisfacción, sin descuidar los ingresos económicos pero dejándolos en un segundo plano como atractivo o importancia.
©José Luis García/Cinestel.com