«Hatuna MeNiyar» (Wedding Doll); Dependencia, amor y sexualidad

SEMINCI-Sección Oficial
Es la primera exploración que el documentalista israelí Nitzan Giladi hace en el territorio de la ficción con un drama que parte de la historia mínima de una mujer de 24 años quien al poco tiempo de nacer sufrió una contusión cerebral que le hizo mermar su capacidad intelectual. Valladolid acogió a concurso esta película que fue multipremiada en el pasado Festival de cine de Jerusalem donde recibió los premios a la mejor ópera prima y actriz (Asi Levi), una mención honorífica, y el premio de la FIPRESCI, la Federación Internacional de la Prensa Cinematográfica. Hagit (Moran Rosenblatt) trabaja en una fábrica de papel higiénico. Ella vive con su madre Sarah, una divorciada que dedica su vida a su hija. Hagit lucha por la independencia y Sarah se debate entre su deseo de protegerla, y su necesidad de vivir.
El anuncio de un cierre inminente del negocio donde trabaja Hagit se hace casi en paralelo al inicio de una relación de ella con el hijo del pequeño empresario. Por lo atípico e improbable que es el romance entre una discapacitada intelectual y un chico que no lo es, Hagit se lo oculta a su madre, y Omri (Roy Assaf) a su padre.
«Hatuna MeNiyar» es una historia mínima que aunque su narrativa no tiende a la identificación del espectador con los personajes, sí que la puesta en escena es convincente en un contexto relacionado con la ternura y los sentimientos, incluyendo imágenes de mucha plasticidad que por su fuerza expresiva dan mucho realce a las ideas que pretende transmitir la película. Giladi sitúa en algunos momentos del film a ambos y a un par de amigos de él al borde físico de un precipicio auténtico dentro de un paraje impresionante por su belleza en el desierto del Néguev.
Precisamente Omri quiere salir de ese aislamiento rural y trasladarse a vivir a cualquier gran ciudad, mientras que Hagit, una chica sencilla, amable, simpática y cariñosa, está enamorada de él, crea muñecos de papel, busca trabajo como costurera y diseña el vestido de novia perfecto. En varias partes del film aparece una niña que la insulta llamándole «bicho raro», un ejemplo del injusto escarnio que personas con esta patología tienen a veces que sufrir, -sutil de algunos adultos pero más directo de los más pequeños-, y que en parte explica que la madre de ella se mueva entre la sobreprotección de su hija y el dolor por la próxima pérdida de empleo que está por venir.
Con una estética visual muy lograda, la película desarrolla su hilo argumental con serenidad y respeto hasta la parte final, en donde un par de giros dramáticos cierran esta historia sobre el acceso al amor y las relaciones sexuales de una mujer infantil dependiente de su madre, que aunque tiene limitada su capacidad intelectual es capaz de moverse y andar como la mayoría de personas lo hacemos. Giladi ofrece un retrato atemporal, -tanto salen teléfonos móviles de última generación como otros bastante más antiguos-, para este filme sobre sentimientos, sensibilidad y preocupación e interés sobre el futuro. Un inicio prometedor por parte de Nitzan Giladi.
©José Luis García/Cinestel.com