«Seré millones»; el robo de un banco que hoy no volvería a suceder

Omar Neri, Fernando Krichmar y Mónica Simoncini hacen frente en este filme que más que documental es ficción, a la recreación de unos hechos que sucedieron allá por enero del año 1972 en plena dictadura del general Lanusse, cuando un grupo de revolucionarios del PRT, partido que en aquellos momentos desarrollaba una lucha armada, ocuparon el Banco Nacional de Desarrollo en Buenos Aires, a pocos metros de la Casa de Gobierno, expropiando la suma de 450 millones de pesos (unos 10 millones de dólares en la actualidad) en lo que se ha venido en llamar el asalto más grande en la historia argentina.
Algo más mayores en la actualidad, los protagonistas de aquella arriesgada acción armada recrean lo sucedido y para ello no solamente se sirven del mismo espacio en el que acontecieron los hechos, sino de actores que tratan de comprender las motivaciones y el sentir épico de muchos jóvenes que en los años 70 soñaban con un mundo más justo.
Narrado en clave de humor y suspenso, «Seré millones» hace hincapié en mantenerse en el rigor frente a lo sucedido con el reto añadido de que los actores tienen que actuar delante de las personas que representan, unos militantes que cuando ocurrieron los hechos estaban convencidos de que las conquistas para el pueblo se arrancan a través de la violencia. La rememoración de lo sucedido entre los más mayores y el impacto emocional entre los jóvenes actores conforman una unidad narrativa muy original e interesante, ya que los realizadores han acertado al conceder un plano preponderante a los verdaderos protagonistas de aquel trance que sin duda ha marcado el resto de sus vidas.
Omar Neri, co-director del film, responde a las preguntas de Cinestel.
– ¿Creen que la película que han hecho puede considerarse ‘cine experimental’?
Sí pero con una alta dosis de “narratividad» con una historia muy fuerte de centro, tratamos de lograr con una sumatoria de géneros “populares“ un tratamiento estético inusual en el cine “documental”. Nos apropiamos de distintos formatos y los adaptamos a la necesidad de contar una historia sobre la militancia en los 70 en un cruce de generaciones, con todo el humor posible pero sin perder el rigor histórico. Por eso decimos una “película» y no un “documental» ya que está muy atravesada por procesos y técnicas propias del cine de ficción en distintos géneros.
– ¿La expresión «Volveré y seré millones» atribuida a Eva Perón y que no se menciona explícitamente en la película, es válida para este grupo de viejos revolucionarios?
La frase está sacada de la novela Espartaco de Howard Fast, referencia que aparece cuando Espartaco es obligado a matar a su amigo (escena extraída de la película de Kubrick basada en el libro). La novela Espartaco era una lectura de la época y que nosotros reivindicamos actualmente, Espartaco como símbolo de la lucha por conquistar la libertad. Además de ser un libro y una peli que supimos leer y ver innumerables veces en nuestra juventud, fue el “libro” que Oscar le pasó al Turco (los protagonistas de «Seré Millones») para interesarlo en la militancia, por eso lo integramos a la narración. Y de hecho los actores que participan dejan claramente abierta la esperanza de que estos “viejos” retornen en el futuro en forma de un torrente de millones de jóvenes insurrectos, aquí y en el mundo, ya que la historia de la humanidad no es más que la historia de la lucha contra la injusticia, de la que Espartaco fue sin ninguna duda un ícono. La frase también se le atribuye a Tupac Katari.
– Me parece que la ficción con actores es un pretexto no sólo para mostrar lo que sucedió, sino también para que ellos puedan recordarlo todo junto con el valioso factor presencial en el banco. ¿Por esos motivos decidieron hacerlo así?
Sí, claro, la idea era que los protagonistas se ubiquen en el lugar de directores y que al dirigir a los actores se produzca un encuentro de saberes entre generaciones.
Pero también buscamos llevarlos al banco, donde hoy funciona una dependencia del Ministerio del Interior, y que ingresen como parte del equipo técnico, para buscar sus primeras reacciones, teniendo en cuenta que no entraban al lugar desde 40 años atrás y el mero “procedimiento” de volver a entrar allí provocaría en ellos un especial tono emocional que sin duda ayudaría a lograr la empatía necesaria entre ellos y los actores.
– Respecto a los jóvenes actores, ¿al final de todo ese esfuerzo fue gratificante para ellos el haber actuado delante de la persona que representan?
Bueno, eso habría que preguntarlo a cada actor, pero nosotros creemos que se logró un crecimiento fuerte respecto de la historia que narramos, es decir que los actores fueron acercándose cada vez más al espíritu de personajes que debían representar, es decir imaginarse la vida al servicio de la lucha por un país mejor. Y de alguna manera está reflejado en el dispositivo que armamos donde ellos hablan frente a un espejo de su experiencia durante el rodaje de la película. Es como un confesionario, donde se retiró todo el equipo y los actores dieron rienda suelta a las emociones y reacciones intelectuales que les provocó participar de la experiencia.
– ¿A qué está destinado actualmente el edificio del Banco de Desarrollo?
En principio el edificio pertenecía al Banco Alemán en la época de los nazis, y luego durante la presidencia de Perón se lo transformó en el Banco de la Industria con el objetivo de fortalecer la pequeña industria nacional, luego fue Banco Nacional de Desarrollo y las diferentes dictaduras militares lo utilizaron para negociados de sus aliados civiles y empresariales. Finalmente fue cerrado en el año 93 durante el gobierno neoliberal del justicialista Carlos Menem. Actualmente lo utiliza el Ministerio del Interior para la entrega de pasaportes y DNI.
– Uno de los actores asegura que en sus estudios poco o nada le hablaron sobre aquel periodo. ¿Creen que aquella dictadura ha sido olvidada en el sistema educativo?
El actor se refiere a que en la escuela no le enseñan sobre la resistencia de los luchadores sociales y políticos a la dictadura, hace referencia a que él no conocía a Santucho ni su historia como líder del PRT ERP. De hecho se evoca este período de una manera luctuosa, muchas veces contrabandeando la teoría de los dos demonios y difícilmente se recuerde en profundidad la alegría, la entrega y las ideas de los revolucionarios que enfrentaron esos proyectos oligárquicos y represivos.
©José Luis García/Cinestel.com