SomCinema: Entrevista a Agustín Rubio por su película “La Desvida”
SomCinema 2021
Esta película fue toda una sorpresa encontrada entre la programación de la edición de este año del SomCinema de Lleida. “La Desvida” es una historia sorprendente sobre lo extraño y chocante que son para la mayoría de la gente aquellos cambios que súbitamente ocurren a veces en el seno de cualquier pareja, en un entorno familiar.
Trabajada con una precisión tal que hasta el mínimo detalle cuenta, Agustín Rubio Alcover y su equipo confeccionaron una historia desgarradora y humana al mismo tiempo, midiendo las tensiones y dificultades que surgen cuando unos padres pierden a su único hijo y no acaban de adaptarse a esa nueva situación que tanto les atormenta.
La película pone en cuestión las evoluciones, sobre todo si los protagonistas son gente que sabe equilibrar todos los inputs que reciben del exterior con su realidad más inmediata.
Tábata Cerezo, Julio Perillán y el niño Telmo Yago son los tres actores que de manera física intervienen en este filme también centrado en torno a la maternidad y todo lo aquello que la envuelve, como puede ser la protección de los hijos, aunque también posee otras aristas de indudable valor narrativo; de hecho su director detesta la presencia de cualquier atisbo de discursividad, aun cuando hay en él algún tema que en el periodo de tiempo en el cual la película fue concebida y rodada no tenía el protagonismo social e informativo que posteriormente ha alcanzado, lo cual es interesante si tenemos en cuenta que está tratado desde el respeto a todos los puntos de vista que se puedan tener y sin haber querido proyectar una especie de sermón sobre ese asunto ni a favor ni en contra.
Rubio explicaba con motivo de su visita a Lleida que la mayor obsesión que tuvo a la hora de escribir el guion radicaba en el factor de lo difíciles que son las relaciones de pareja y concretamente “el daño que nos podemos hacer las personas entre nosotros cuando nos queremos, y eso es algo que trasciende a la maternidad, la paternidad y los vínculos sentimentales entre las dos personas”.
“Yo lo que creo es que cuando te enamoras y vives con alguien, intentas hacerlo bien -sigue diciendo-, lo que pasa es que eso lo haces desde tus traumas, tus problemas, tus complejos, tus dudas y tus miserias; lo cual genera que como la otra persona lo hace desde las suyas, las cosas con frecuencia acaban mal”.
– También a veces ocurre -y así lo veo yo en tu película-, que nos atrae lo antagónico aunque después se reproduzca esa relación de amor y odio. Y en concreto tus dos personajes adultos no “son” sino que “quieren ser” algo y nunca llegan a serlo porque él y ella tienen un comportamiento demasiado diferente entre ambos.
Sí, yo nunca lo había pensado de esa manera, pero el hecho de que ellos son antagónicos es totalmente cierto. Es una relación disfuncional que tiene que ver con una etiqueta que incluso se utiliza con demasiada alegría y que es la incompatibilidad de caracteres, en el sentido de que él es un maniaco-depresivo y ella es histérica; poniendo etiquetas que seguramente tienen un componente penalizador, porque en cuanto a los personajes no es precisamente favorable.
Desde el punto de vista psicológico esas categorías existen. Lo cierto es que cuando entran en relación esos dos tipos de caracteres se produce una dinámica bastante compleja, y eso cualquiera que haya estudiado psicología o se haya interesado por ella en sus propias relaciones y sepa cómo es uno y se esfuerce por analizar cómo es la otra persona, sabe que se crea una dinámica muy viciosa cuando entran en contacto una personalidad que es más obsesiva y depresiva con otra que sea más expansiva, y al mismo tiempo que se retraiga, se expanda, precisamente cuando el otro se encierra en sí mismo. Ahí se genera mucha dependencia por ambas partes, mucha necesidad de convencer y llevarte a tu terreno a la otra persona, y al mismo tiempo es una espiral de una cierta negatividad porque es algo irresoluble. Cuando la otra persona va hacia ti, tú te retraes, y cuando la otra persona se retrae, entonces tú vas hacia ella. Y hacia donde se va es hacia el desastre en ese caso.
Sin embargo, ambos también tienen un potencial muy positivo. Él es una persona indudablemente capaz en su profesión, un buen narrador y un gran creador/contador de historias. Tiene su forma de ternura y el niño lo quiere. Y a ella le pasa exactamente lo mismo. Al niño lo ama profundamente -de hecho de una manera absolutamente exclusiva-, y ella es una persona extraordinariamente dedicada a él y también es talentosa en su rol como diseñadora. Es decir, hay una capacidad muy fuerte en los dos, pero el problema es que lo que generan juntos no es precisamente positivo.
Lo que ellos quieren creer es que el uno y la otra se potencian a sí mismos y que forman una pareja armónica, pero en realidad lo que hacen es minarse y sacar lo peor el uno de la otra y la otra del uno.
– Y de una manera bastante inteligente, en mi opinión, recreas lo que es la proyección pública que esta pareja quiere dar a través de una encuesta interactiva, durante la cual vemos cómo el protagonista masculino maneja un cubo de Rubik -un detalle que no se me escapó en absoluto-. Ahí estaría por un lado el trasfondo de la intimidad de la pareja y aquello que quieren representar públicamente, de cara al exterior, por otro. ¿No es así?
Eso tiene que ver con las limitaciones de producción, si queremos decirlo así, en el sentido de que yo sabía que la película que me podía permitir era una historia extraordinariamente barata, que tenía un argumento que debía ser contado en diez planos secuencia para poder filmarlos a razón de uno por día de rodaje; es decir, que la película está rodada en diez días.
Además tenía que intentar no salir de una sola localización para mover lo menos posible la cámara, no dentro del lugar de la filmación donde se está moviendo constantemente, sino que no sacarla y perder tiempo en desplazamientos saliendo al mundo real, y jugar la baza de un thriller psicológico absorbente.
En principio el relato iba ser transformado en una película de encierro, pero de alguna manera sí que me gustaba empezar, como tú dices, con esa escena de la video-encuesta que yo en un principio la había planteado como un prólogo.
Me gustaba empezar con la idea de la proyección pública, en el sentido de que te presento al principio cómo son los personajes, la imagen pública que ellos dan; te enseño también cómo es su dinámica de cara al exterior, que no vas a verla en ningún momento más, porque de hecho es una película de tres personajes; y luego a partir de ahí ves la “trastienda”, con todo lo más sórdido y siniestro de esa pareja, donde vas a ver la casa como metáfora de su relación.
– Así es, y por ese motivo también por lo que se ve has cuidado sobremanera lo que es la iluminación.
Estuvimos planificando cuidadosamente dónde colocar las luces durante cinco días, tras los cuales nosotros no sólo sabíamos que la película era filmable y la planificación funcionaba, sino que éramos conscientes de que ya era posible jugar a esa baza estética del claro-oscuro y hacer que las secuencias se alternaran entre sí de manera que hubiera un predominio de la oscuridad sin ser una película totalmente nocturna, sino que tuviera sus respiros y hubiera momentos en los que salen al jardín o al frontal de la casa.
Es decir, precisábamos una estructura en la cual el espectador pudiera ver unos ciertos clímax y anti-clímax, desde ese punto de vista incluso lumínico al cual te refieres.
– Otro elemento fundamental en la película es la música, para la cual elegiste a Josué Vergara, quien aporta unas composiciones de hondo calado en las cuales predomina el piano. ¿Fueron escritas durante el montaje o ya teníais un esquema predefinido?
Josué es el músico con el que yo siempre he trabajado y a esas alturas ya había una continuidad en el trabajo, nos entendíamos bien los dos y sabíamos lo que cada uno quería del otro. Eso quiere decir que él pudo leer el guion desde el principio y lo mismo puedo decir del ayudante de dirección y del director de fotografía.
Trabajar en condiciones de mucha precariedad o muy espartanas es sostenible y puede funcionar bien precisamente cuando lo haces con colaboradores muy cercanos, y ya que no me puedo permitir rodar grandes producciones, me gusta hacerlo con una cierta familiaridad.
Un crítico musical vino y me dijo que la música del film le recordaba a John Carpenter, y a mí me gustó mucho que pasara eso; que yo no viera el referente que le había marcado a esa música, pero que ese referente sí que fuera visible para los demás, de puertas afuera, luego de que a mí esas composiciones me habían convencido plenamente.
– También la selección de actores fue clave para el desarrollo de este relato. ¿Cómo fue que te decidiste por los definitivos?
Había una restricción de base que era importante: teníamos claro que la película queríamos hacerla en inglés y en España no hay demasiados actores que hablen ese idioma a la perfección y sean totalmente bilingües, diría que se pueden contar casi con los dedos de una mano.
Partimos de esa premisa y del hecho de que yo quería que uno de los dos de la pareja -preferiblemente él- fuera americano cien por cien, y en el caso de ella que que fuera una española que hablase muy bien el acento inglés.
En cuanto a él, la elección de Julio Perillán fue obvia, pues aparte de que no había muchos, es el que me vino a la cabeza inmediatamente, pues me gustaron mucho las actuaciones suyas que había visto en “Frágil”, de Juanma Bajo Ulloa y “Demonios tus Ojos”, de Pedro Aguilera, que son películas que están bastante alejadas de lo que es “La Desvida”, pero yo ya tenía claro que Julio era un actorazo.
Con la actriz tuvimos muchas más dificultades para llegar al casting, ya que el personaje en principio era mucho mayor de la edad real de Tábata Cerezo. Yo buscaba alguien con un rango de entre 35 y 40 años, es decir, una relación en la cual no había diferencia de edad. Ahí tuvimos bastantes dificultades, en el sentido de que recibimos noes, silencios administrativos,… y entonces una representante nos ofreció a Tábata.
Cuando vi su foto, ella tenía 26 años y pensé que era demasiado joven y que no daba el papel, pero tuve casi una epifanía porque la cuestión es que por conciencia profesional me puse a ver el video-book (reel) y me puse sus imágenes en movimiento. Ahí vi dos secuencias, una de las cuales era de “Amar es para siempre”, que no tenían nada que ver con el personaje, pero observé cómo daba en cámara y cómo miraba y ahí cambié radicalmente mi postura.
Y con el niño pasó tres cuartos de lo mismo en cuanto a dificultades. En Valencia niños que hablen inglés y que sepan interpretar, hay poquísimos. Entonces nos dieron la referencia de Telmo Yago, un niño que hasta ese momento lo que había hecho era sólo de modelo; nunca había interpretado para la cámara.
En ese sentido fue muy complejo porque él, que es absolutamente encantador y sonriente, estaba familiarizado con las cámaras pero aquí tenía que pasar a interpretar planos de 10-12 minutos, en los cuales tenía que hacer un montón de acciones desde el punto de vista físico (tocar la flauta, hacer gimnasia con su padre, pintar con su madre o, por ejemplo, tener un diálogo nada menos que sobre Dios), lo que suponía algo novedoso en su relación con la cámara, pero milagrosamente nos lo montamos de manera que salió y la verdad es que yo estoy muy satisfecho de cómo fueron las cosas. Telmo tiene una disciplina y una madurez absolutamente de hierro.
– Por último quisiera que comentaras un poco cómo ha sido el paso de la película por infinidad de festivales, la mayoría de ellos online pero ahora en Lleida presencial, en una época en la que ha habido una crisis importante con el cierre de salas. ¿Cómo has vivido todo este lío paralelo al recorrido del filme?
He intentado vivir las cosas según iba transcurriendo el día a día. Es decir que por una parte yo soy obsesivo, indudablemente, pero al mismo tiempo igual que lo de rodar en plano secuencia para mí tiene una dimensión terapéutica en el sentido de que me tengo que olvidar del perfeccionismo, pues también hay una coherencia con la manera en que me planteo cada momento de la vida.
Quiero decir que yo puedo tender a ser maniático, esquemático y rutinario, pero al mismo tiempo, como sé que la vida es impredecible y constantemente te está sorprendiendo, pues intento adaptarme. Y con los festivales me ha pasado lo mismo, es decir, no era lo que yo esperaba, pero es que no ha habido otra que hacerlo así. Nos hemos adaptado a lo que ha ido pasando.
©José Luis García/Cinestel.com