Tamae Garateguy transitando entre «Pompeya» y «Mujer lobo»

«UPA! una película argentina» fue su primera experiencia en la dirección pero ahora tomó las riendas en solitario con una película de gánsteres ambientada en un barrio bonaerense con actores seleccionados concienzudamente más en función de lo que pueden aportar a la película antes que buscar figuras reconocibles por el público.
Otro trabajo suyo, la «Mujer lobo» devoradora de hombres, será su siguiente estreno en las salas.
Como en UPA!, filme que codirigió junto a Santiago Giralt y Camila Toker, «Pompeya» vuelve a plantear la realización de una película dentro de la película. Aquí un joven guionista es contratado por un director de cine llamado Samuel Goldszer para escribir los diálogos de un film de gánsteres ambientado en un sórdido barrio de Buenos Aires llamado Pompeya, transformado de esta manera y forma para la película. En absoluto parecido a la realidad.
A partir de ahí se traza una trama de personajes paródicos pero humanos compuesta por varias y variadas personas: una femme fatale que inicia el triángulo amoroso, un héroe brutal y atractivo del bajo mundo, su hermano trastornado que además es sordomudo y un amigo suyo ladino y mujeriego.
Garateguy mezcla ficción y realidad, muestra corrupción y devastación y sitúa a su personaje central imaginario en una vorágine de crímenes sanguinarios que reproduce con absoluta crudeza y sin contemplaciones. Mafia rusa y coreana se disputan el terreno frente a pandilleros de la villa.
La realizadora se mueve a la perfección entre ambas ficciones paralelas, la mayor parte del tiempo rodando con cámara en mano, y sitúa todo el contexto fuera de la realidad. Nada es lo que parece: Dylan, el protagonista principal, lucha por su supervivencia mientras que el guionista que lo ha creado, Juan, vive a flor de piel la ambición y la miseria que entreteje esta red imaginaria de poderes. «Pompeya» es un filme al que se le pueden buscar ciertos referentes, con algunos toques de humor, que logra mantener el interés narrativo hasta su sorprendente giro final.
Sin prisas pero sin pausa, Tamae Garateguy tiene ya listo su nuevo largometraje que estrenará más adelante, «Mujer lobo», otra femme fatale que recorre oscuros rincones de Buenos Aires, preferentemente el subte (metro), buscando hombres solitarios, necesitados de atención y pervertidos por el paso del tiempo.
Ella cruza sus miradas, los seduce, se convierte en aquello que desean, sacando a relucir las cualidades más perturbadoras de su personalidad, hasta el punto de cambiar la contextura de su cuerpo. Luego, cual viuda negra, los envenena.
A partir de ahí se convierte en una asesina en serie y sus asesinatos se suceden de forma mecánica, automática y sin ningún remordimiento.
En Pantalla Pinamar 2012 se hizo la presentación del work in progress y allá el guionista del film Diego A. Fleisher explicaba que «básicamente es una película de género que intenta combinar el terror y el erotismo y es la historia de una asesina serial que sale por la línea del subte B de Buenos Aires a cazar literalmente hombres.
En un momento determinado se cruza con un hombre que es policía y que va entonces a comenzar a perseguirle a ella porque no lo va a poder matar y en esta persecución ella conoce a un líder de la calle con quien empieza a tener una relación de amor. Lo que intentamos desarrollar es la posibilidad que una asesina tiene de disfrutar de una relación de amor».
La protagonista, encarnada por la actriz Mónica Lairana, tiene tres personalidades diferentes y según Fleisher, «la idea era armar tres líneas argumentales con cada una de las personalidades de esta asesina y depende del hombre que ella intenta seducir así será su personalidad física». El guión del film se inspira en las Harpías de la mitología griega y en el de las hilanderas.
Sobre los motivos que le llevaron a tratar este tema, Garateguy dijo que «me gusta el sexo y tenía ganas de hacer una película en donde pudiera experimentar la filmación de escenas no necesariamente eróticas sino sexuales y siempre nos gusta también contar una historia. Este cuentito que cuenta Diego, bastante clásico, me sirve a mí como excusa para investigar este personaje que es la mujer lobo, un personaje bastante estallado y ‘border’ pero también quería investigar cuales son los límites o qué es lo que podemos hacer o no hacer en cuanto a las escenas de sexo.
También me di cuenta que, en términos generales, los arquetipos de las escenas sexuales eran que siempre fueron filmadas por hombres y entonces para mí era realmente un desafío ver, yo como mujer, en donde pondría la cámara o qué me causaría inquietud, violencia, erotismo, y todas esas sensaciones que pueden provocarnos en el sexo. Fue un desafío, fue muy divertido hacerlo, y por suerte contaba con muy buenos actores y actrices que se entregaron y confiaron en mí. Es un condimento bastante importante, también el suspense y ciertos momentos que puede haber de otros géneros».
©José Luis García/Cinestel.com