«Tanta Agua» de Ana Guevara y Leticia Jorge; el naufragio emocional

Seleccionada en Horizontes Latinos 2013.
¿Qué hay más lindo que una piscina con lluvia?, les pregunta Alberto a sus hijos Lucía y Federico tras haber llegado con ellos en una noche lluviosa a unas termas para pasar unas cortas vacaciones. A medida que pasan las horas, no para de llover y todo apunta a que esos días maravillosos se van a convertir en un fastidio. Las uruguayas Ana Guevara y Leticia Jorge inician su andadura en los largos de ficción con esta interesante película sobre búsquedas y algunas maneras de gestionar los afectos.
Desde que se divorciara de su esposa, Alberto ya no pasa tanto tiempo con sus hijos ya que ambos viven con su madre. Una vez fuera de su vida estable en el matrimonio, su comportamiento y su estilo desordenado siguen siendo los mismos pero delante de los pequeños pretende aparentar ser otro, bien seguro de sí mismo, metódico y planificado. Siempre entusiasta, Alberto trata de que nada arruine sus planes y de trivializar la inesperada presencia de la lluvia constante pidiéndoles a los chicos que actúen como si no estuviera. «Tenés 10 años; nada te puede caer mal», le dice a Federico en un momento de la película en la que también se hace notar en los hijos el apego por las tecnologías electrónicas, casi adictivas.
Las piscinas, aunque están a rebosar de líquido, deben permanecer cerradas e inaccesibles para los vecinos porque el agua sigue cayendo fuertemente y es hasta peligroso zambullirse en esas condiciones tan extremas. Ahí es cuando Lucía y Federico comienzan a hacer miradas reprobatorias a su padre que le hacen ir perdiendo el control de la situación, haciendo que los ánimos se vuelvan más susceptibles y el clima más pegajoso.
Afortunadamente, las cosas van cambiando de rumbo y en la imaginación de los tres miembros de la familia pareciera como si la casa en la que habitan se hubiera achicado por efecto del agua de la lluvia y por eso deciden abrir cada uno de ellos por separado otros caminos de relación con la gente de su entorno. El hijo se va a jugar con un amigo, el padre prosigue en su interminable búsqueda de los afectos amorosos quedando con una vecina del lugar, y la hija, en plena etapa de la adolescencia, empieza a coquetear con chicos.
A partir de ese momento, Lucía comienza a ser la protagonista central, tiene alguna salida para ir a bailar, fuma algunos cigarrillos y bebe cerveza. Como su manera de actuar es muy común a la de la mayoría de adolescentes, los espectadores fácilmente encontrarán un par de obviedades por asociación a experiencias similares vividas, así como también algún comportamiento que puede parecer previsible, pero todo dentro de una dirección actoral más que buena que se percibe en todo el film y especialmente en algunas escenas entre la hija y el padre.
Alberto y su hija Lucía precisamente tienen en común la búsqueda de una respectiva estabilidad amorosa. Está el padre que por descontado ya tuvo otras experiencias y ahora intenta reanudarlas con una nueva y está la hija que procura tener la que podría ser la primera. En los dos casos, mientras no lo estén consiguiendo, la sensación será de estar como en un naufragio emocional en el medio de «tanta agua» que va apareciendo en la película.
El filme tiene el sello de una de las mejores productoras de cine del Uruguay, Control Z Films, cuyos socios originales, -Epstein, Stoll, Veiroj y el luctuosamente finado Rebella-, ya nos sorprendieron hará unos 15 años con sus primeros cortometrajes de una excelente calidad narrativa. En 2008, Ana Guevara Pose y Leticia Jorge Romero se asociaron al proyecto y ya tenían en su haber antes de esta película, la realización de los cortos «El cuarto del fondo» y «Corredores de verano» que fueron exhibidos en diversos festivales de cine.
©José Luis García/Cinestel.com