«The Act of Killing» de Joshua Oppenheimer; cuando el subconsciente olvidado aflora

Las huellas y cicatrices de un pasado que a algunos les gustaría olvidar o justificar permanecen en el subconsciente de por vida. Todos los espectadores del cine Aribau de Barcelona quedamos helados y paralizados frente a este documental rodado en Indonesia por los daneses Joshua Oppenheimer y Christine Cynn que nos muestra en dos horas y cuarenta minutos todos los lados del fanatismo humano en su versión más indigna y servil. «The Act of Killing» recibió el premio a la mejor película en DocsBarcelona.
En un origen, los realizadores se propusieron elaborar un documental de tipo tradicional en el que recabaran algunos testimonios sobre lo sucedido en el país asiático cuando, tras el derrocamiento del gobierno por los militares en 1965, un millón de personas fueron asesinadas, la mayoría de ellas porque les creían comunistas, como los chinos a quienes solo por tener esa nacionalidad ya se les consideraba como tales.
En su periplo, que comenzó cinco años antes de su estreno, conocieron a Anwa y sus amigos que en el 65 formaban parte de un grupo militar que se encargaba de interrogar, torturar y asesinar a quienes creían izquierdistas. En aquella época e incluso cuando comienza el documental, pensaban que sus actos violentos y criminales estaban justificados por su patriotismo. Todos ellos además estaban obsesionados con el cine y algunos de sus personajes, particularmente gangsters y vaqueros.
En pantalla ahora, ya mayores, reconocen que ese cine les había influenciado enormemente cuando sucedieron las masacres y que la imagen que tenían de sí mismos se había formado gracias a esas películas. Ellos mismos fueron quienes rechazaron la idea de responder las típicas preguntas de un documental y lo que pretendían era por fin consumar sus ambiciones desde jóvenes de ser estrellas cinematográficas.
Oportunamente, los realizadores les ofrecieron trabajar en la ficción pero bajo la condición de que debían representarse a sí mismos sobre las cosas que hicieron en aquella época y que querían poder registrarlo todo. No hubo que convencerlos de nada puesto que eso es precisamente lo que ellos anhelaban durante casi cinco décadas.
Lo que sorprende en la hora inicial del documental es la gran naturalidad con la que ellos afrontan su pasado. Ahí se muestran divertidos y defensores del patriotismo a ultranza, lo que para ellos significaba erradicar el comunismo. A partir de ese momento se comportan como si el tiempo no hubiera pasado y, si bien físicamente no los distinguirías en una multitud, sí que de sus dichos y hechos se desprende una gran tristeza en el espectador al comprobar hasta dónde pueden llegar las miserias humanas: alguien con poder les pidió que lo hicieran y lo hicieron.
El film comienza con Anwa orgulloso de haber inventado un sistema de muerte instantánea y sigue con una representación sin pudor alguno sobre cómo violaban y mataban a las mujeres e hijas de quienes consideraban comunistas o quemaban un poblado entero. También les prestan un estudio de televisión para representar un programa de televisión ficticio en el que se vanaglorian de sus «hazañas heroicas» y el público les jalea y aplaude constantemente.
Desde el momento en que empiezan a representar lo que hicieron, todo va evolucionando hasta el punto de que poco a poco comienzan a cuestionar sus actos, primero justificándolos pero más tarde, hacia la parte final del film, dándose cuenta de que las brutalidades y atrocidades cometidas no tienen excusa, ni coartada, ni defensa posible. La parte final es muy dura y ya no forma parte de esa pretendida ficción con la que querían hacerse famosos.
Un buen número de integrantes del equipo técnico y de quienes aparecen han preferido figurar como anónimos. «The Act of Killing» (El acto de matar) no se podrá exhibir en salas de Indonesia porque no sería aprobado por un comité de censura. La única opción que les queda a los realizadores para que se vea allí es organizar pases privados por invitación, lo cual sí está permitido.
©José Luis García/Cinestel.com