«Timbuktu» de Abderrahmane Sissako; convivencia terrorista

La globalización, el exilio y el desplazamiento de personas son temas que han sido recurrentes en la filmografía del director africano Abderrahmane Sissako. Un repaso a sus películas nos indica que siempre ha sido especialmente sensible a los dramas humanos como el que le ocupó en «Timbuktu», un filme que no va a dejar indiferente al espectador, en el que se aventura a relatarnos la extrema gravedad de la opresión que un grupo armado islamista ejerce contra los pobladores de las tierras que envuelven la ciudad maliense de Tombuctú. Ese tipo de extremismo religioso es feroz, sádico, insoportable, al mismo tiempo que absurdo y disparatado. Los habitantes del lugar viven los acontecimientos con temor.
La arbitrariedad y la incoherencia parecen haberse apoderado del sitio con la llegada de los yihadistas y la imposición de un régimen de terror que implanta reglas y normas ilógicas que no están ni siquiera escritas en el Corán pero que, por ejemplo, obligan a las mujeres a taparse incluso las manos o prohíben a todos los habitantes del poblado escuchar música, tocar instrumentos o simplemente cantar. En algún momento del filme alguien menciona la Shura, método de toma de decisiones de las sociedades islámicas que aquí se nos ha traducido como ‘El Intercambio’ y que sería crucial, si se aplicara plenamente algún día, para que situaciones como la que expone la cinta nunca sucedieran. Durante la película, las contradicciones que conlleva esa actitud autoritaria quedan remarcadas en la permisividad que los yihadistas aplican en el día a día de una mujer mayor a la que siempre vemos en una terraza. A medida que avance la historia con ella, vamos a saber algo más sobre la necedad del planteamiento de ese grupo y la extraña interpretación que hacen del libro sagrado.
En «Timbuktu», Sissako mezcla varias historias de resistencia de los autóctonos frente a los ocupantes extranjeros, y la esencia de todo por supuesto que excede del razonamiento básico que podría tener cualquier otro filme ya que por tratarse de un tema actual, aun siendo una película de ficción bien estructurada e interpretada, es inevitable asociarlo a otros tristes sucesos que están ocurriendo en la realidad. Se podría afirmar entonces que estamos ante una película «de actualidad», de denuncia básicamente, mediante la cual el cineasta ha querido hacernos llegar la impotencia con que sufren muchos musulmanes como el buenazo de Kidane, el protagonista, las vejaciones y crímenes de esos guerrilleros por la vía de las armas o la lapidación sin que los medios occidentales se estén haciendo eco de estas desagradables noticias. Una circunstancia que como se comprenderá al final, hipoteca el futuro de las siguientes generaciones.
©José Luis García/Cinestel.com