Uruguay: diez producciones anuales y propuestas de mejora
El Uruguay es un país que ha dado en los últimos años saltos muy significativos en materia organizativa para intentar introducir nuevos caminos en lo referente a producción y distribución cinematográfica.
Tomamos como referentes dos de las producciones que más han traspasado sus fronteras este año: «3» de Pablo Stoll (25 watts, Whisky) y «La Demora» de Rodrigo Pla (La zona, Desierto adentro) y nos hacemos eco de un reciente estudio desarrollado por la Asociación de Productores y Realizadores de Cine, Asoprod.
Pablo Stoll es miembro junto a Fernando Epstein de la productora Control Z, una compañía de la que han salido algunos títulos emblemáticos de lo que algunos llaman el Nuevo Cine Uruguayo.
¿Qué ocurriría si unos padres separados se volvieran a juntar? parece ser la pregunta clave que mueve la historia de este film envuelto dentro de un absurdo cotidiano que muchas veces obliga a ser mirado con un cierto humor.
Decía Stoll recientemente en el Festival de Lima que una de las cosas que más le extraña de su propia vida es que viendo a sus padres ahora, después de haber estado separados más de treinta años, se pregunta cómo pudo ser posible que esas dos personas tan diferentes estuvieran juntas en algún momento de su vida. El realizador no les encuentra vínculos comunes a sus padres y eso le genera cierto cuestionamiento existencial sobre sí mismo, sobre el hecho de haber nacido en el seno de esa familia tan disfuncional.
El caso de «3» sigue esa estela y plantea la obsesión de Rodolfo (Humberto de Vargas) por poner fin a la «absurda condena» de haber formado matrimonio con Graciela (Sara Bessio) y la hija adolescente de ambos, Ana (Ana Clara Ferreyra Palfy).
El realizador, sin pelos en la lengua, dice que la sustancia del film es ese realismo mentiroso que presenta unos personajes a todas luces patéticos.
«Desde chico siempre quise hacer películas y nunca pensé qué películas iba a hacer. -dice Stoll-. «25 watts» era un film basado en la vida de Juan Pablo Rebella y mía en esos años de adolescencia y después seguimos en ese camino de vincularnos a temas que nos son cercanos aunque sin planteárnoslo demasiado.
Siempre con una economía acotada, eso nos daba la oportunidad de hacer un determinado tipo de películas pero no otro. En Uruguay no hay una gran industria y es lo que no nos da la posibilidad de hacer otro tipo de filmes».
«Casualmente, las películas que yo quería hacer eran historias que no requerían de un gran despliegue y siempre es más cercano escribir desde lo que uno conoce y de lo que le rodea, o por lo menos a mí me interesa trabajar sobre eso, cosas de mi familia por ejemplo.
En el caso de «Whisky» fue sobre algo externo que era la vida del padre de nuestro productor Fernando Epstein pero en la cual volcamos un montón de cosas sobre nuestros abuelos con los que tanto Juan como yo habíamos vivido en nuestra niñez».
A Rodrigo Pla, egresado del Centro de Capacitación Cinematográfica de México y residente en ese país, no le gusta tanto hablar sobre sí mismo o sobre su familia sino que emplea el cine para descubrir otros mundos y reflexionar sobre ellos siendo una oportunidad para ver otros espacios, otras realidades.
«No creo que mi vida sea la más interesante -dijo en Lima- aunque claro que tiene interés. Eventualmente, por supuesto, agarro cosas mías pero me gusta probar diferentes contextos e investigar y vincularlas a cosas que me importan.
Tampoco tengo interés en hacer películas comerciales. Solamente si me estuviera muriendo de hambre lo haría».
Su última película «La demora» habla acerca de cómo afrontar la soledad en la etapa de la vejez con el factor añadido del Alzheimer que padece su protagonista.
«En realidad nosotros optamos por colocar a un hombre en una situación donde tiene esa enfermedad que apenas está en sus comienzos porque es alguien que todavía es consciente de que está olvidando las cosas, osea, no es una persona totalmente perdida y creo que eso lo vuelve más dramático en realidad porque intenta corregir sus olvidos y se siente incómodo y mal cuando se da cuenta de que se va deshabitando su memoria».
Sobre su método de dirección, Pla confesó que cree que su misión es la de orientar y luego aprobar o descartar escenas. «Este es mi tercer largometraje y obviamente tengo más depurados algunos procesos con los actores e intento generarles memorias sobre los personajes.
Pienso que en una primera lectura del guión, el actor inevitablemente lo vincula con su propia experiencia de vida. Por eso la primera reunión con los actores siempre la hago por separado con cada uno de ellos para que no contamine a los otros y podamos hablar de ese personaje y les pueda dar después indicaciones de modo que cada uno encuentre sus motivaciones y no empiecen a agarrarse de las de los otros».
«Siempre escucho mucho en esa primera reunión y después intento que los actores generen la propia memoria del personaje en lo que se refiere a situaciones que ellos no han pasado personalmente y que esa memoria pueda ser emotiva.
Y después, cuando estoy rodando, pues es un instante. Si logro convocar con eso las emociones a través de lo que hemos inventado y de ese pasado que conoce, está perfecto. Si tengo que utilizar cosas, sin ser del todo ético, un poco más personales, eventualmente las utilizo porque yo creo que los actores ponen a disposición su cuerpo, sus emociones, su experiencia de vida y se requiere mucho valor. Nosotros tenemos una labor delicada porque trabajamos justamente con esas emociones, pero sí creo que inconscientemente ellos te dan las herramientas y esas primeras reuniones te dicen con qué cosas puedes llegar a trabajar».
«Obviamente prefiero no tocarlas pero sé que las tengo ahí guardadas esas herramientas. Después intento generar sus propias emociones del personaje pero en casos necesarios, como nuestra toma solo es un instante, eventualmente puedo llegar a tocar cosas personales. Incluso a veces prefiero que pase algo en los actores y que el que está frente a cámara aunque sea, tenga una emoción confundida antes que ninguna otra».
Investigación de Asoprod
La Asociación de Productores y Realizadores de Cine del Uruguay, Asoprod, hizo público este mes de agosto un informe en el que analiza el estado de la producción cinematográfica de largometrajes en el país con una media de diez películas estrenadas por año.
Asoprod considera que con el sistema hasta hace poco tiempo vigente no se estaba potenciando la salida de nuevos realizadores al mercado ya que los consolidados copaban la mayoría de las ayudas destinadas al cine y por eso piden que el Fondo de Fomento del ICAU a las nuevas producciones crezca. En 2012 solo tres filmes se han beneficiado de esa vía de financiación.
«Esto permitiría descomprimir el nivel 2 de proyectos, -dice el informe-, que se repartirían entre aquellos con características más parejas y a su vez, dirigir fondos para nuevos realizadores, que muchas veces se sienten frustrados porque deben competir por igual con otros que poseen más trayectoria.
Esta realidad es aplicable a los documentales, donde coexisten proyectos que necesitan de financiamiento externo y coproducciones para ser realizados, frente a otros más acotados que con la obtención de un fondo prácticamente financian la producción».
©José Luis García/Cinestel.com