Rodolfo Petriz disecciona la figura de “Varsavsky, el científico rebelde”
Estreno en Buenos Aires
Ciencia, tecnología y sociedad deberían de ir más de la mano de como lo hacen. Así es como pensaba el argentino Oscar Varsavsky, un matemático y pionero de la computación que con sus polémicas ideas intentó reconducir las relaciones entre el mundo científico, la política y los habitantes del país.
Allá por los años ’60 del siglo XX, todos los laboratorios ubicados en Argentina discutían las provocadoras propuestas de este profesor de universidades que desde el año 1958 fue miembro del CONICET.
El realizador Rodolfo Petriz quiso acercar al público general la figura de este destacado especialista mundial en la elaboración de modelos matemáticos aplicados a las ciencias sociales. Por ese motivo, con “Varsavsky, el científico rebelde” quiso que toda su presentación fuera amena para el espectador.
Nacido en Buenos Aires, este científico creía en la necesidad de pensar las actividades humanas en función de su aporte a la construcción efectiva de una sociedad cuyas características se habrían definido previamente. Ahora eso está más de moda, pero en la época de Varsavsky era bastante novedosa su propuesta de abordar problemas nacionales desde el estudio y la reflexión de diferentes especialistas. “Primero conocer para atacar -explicaba Petriz-, pero ese conocer que no quedase solamente en manos de una especialidad precisa, sino de una pléyade. Siempre con el criterio de importancia por delante, es decir, delimitando desde un principio qué importancia tiene resolver un problema concreto”.
Al margen de que la película es una suerte de tributo y devolución de Petriz a Varsavsky por lo mucho que este último le aportó cuando estudiaba, al director le parece que es importante traer al presente las ideas del científico argentino para trazar un futuro, pero siempre sin anacronismos. Y así, el documental tiene el propósito de azuzar un poco el debate, tanto en ámbitos científicos como en otros abiertos a la comunidad. Además, la inclusión de un lenguaje llano y entretenido forma parte del ADN de este trabajo fílmico.
Oscar Varsavsky no era amigo de los artilugios fotográficos y por eso hay muy pocas referencias sobre él en imágenes dentro del filme, ante lo cual Petriz asegura que eso se convirtió en un leitmotiv para la película y en un gancho para el espectador. Aunque no obstante, el director recurre a algunos de sus familiares, quienes sí que aportan algunas fotografías.
Otro de los objetivos que tenía Varsavsky era el de huir de la dependencia cultural en todos aquellos países que en la década de los ’60 pertenecían al llamado “tercer mundo”, entre ellos Argentina, con un centro que imponía sus condiciones a los países de la periferia para que imitaran a los privilegiados.
Y es que, según Rodolfo Petriz, “el subdesarrollo de una región promueve el desarrollo de la otra y no necesariamente porque copiemos los modelos culturales o científicos de esa región vamos a ser igual que ellos y tampoco vamos a tener el mismo grado de desarrollo. Eso era lo que Varsavsky discutía cuando pedía un desarrollo localizado, autónomo, en función de defender nuestros intereses nacionales y regionales y por fuera de los ámbitos de poder que había en esa época: el capitalismo en función de cómo lo entendía Estados Unidos y Europa, y después todo lo que era el bloque soviético, que si bien Varsavsky era un socialista, también estaba en contra de seguir los dictados de la antigua Unión Soviética”.
– Parece que Varsavsky estaba guiado por sentimientos altruistas y, por tanto, también huía de los conflictos de intereses y buscaba recursos financieros para crear una ciencia diferente. ¿Era eso lo que le diferenciaba con respecto a otros científicos?
Sí, pero por supuesto el campo de la ciencia es muy heterogéneo y había científicos que encaraban la investigación científica dentro de lo que él definía como “ciencia deportiva”, porque él investigaba temas que quizá no eran excesivamente relevantes para ser considerados problemas prioritarios. Él estaba en contra de eso y a favor de que los recursos económicos destinados a la investigación científica se dedicasen específicamente a abordar estos problemas funcionales, indudablemente, y además de que la ciencia vaya por detrás del proyecto de país que se traza en términos políticos.
Y después por supuesto que había otros científicos que estaban mucho más cercanos a su pensamiento, en términos de pensar una ciencia en función del desarrollo productivo del país, pero con los cuales tenía también diferencias en torno a cómo se llegaba a eso y quizá en términos de radicalidad de las propuestas, pues Varsavsky tenía el ideario de la izquierda, él era socialista, y quizá otros científicos que también pensaban en el desarrollo y la soberanía nacional no tenían posturas políticas idénticas a él y eran, por llamarlos de alguna manera, más de centro.
– Seguramente a vos desde que estuviste estudiando en la Facultad, lo que más te llamó la atención sobre Varsavsky fue la visión general de conjunto que él tenía y que quizá otros no la tengan tanto. De ahí el contrapunto al modelo cientificista del cual se habla en la película.
Sí, lo primero que me llamó la atención de Varsavsky fue una suerte de visión de lo que tiene que ser la investigación científica con la cual no me había familiarizado tanto con anterioridad, en el marco de lo que eran mis estudios. Y después me sorprendió un poco la radicalidad de los planteos y la forma que Varsavsky tenía de plantear sus ideas.
Varsavsky escribía como Roberto Arlt, el famoso escritor argentino de principios del siglo XX, quien decía que había que escribir como un “cross” a la mandíbula y que la escritura tiene que tener esa potencia, así que Varsavsky tiene esa fuerza en sus textos y no te deja indiferente, eso es indudable y me llamó mucho la atención.
Por supuesto que esa suerte de crítica a la postura cientificista, pues para él el cientificismo era una forma de hacer ciencia alejada de la realidad nacional, una ciencia siguiendo proyectos de investigación útiles para el primer mundo, -aplicando una terminología muy de la época-, útil para los intereses productivos y especulativos de Europa y los Estados Unidos, pero que no es útil para otros países como el nuestro y que no nos sirven demasiado.
Por supuesto que esto choca en alguna medida con esta otra postura que hay dentro de la ciencia de que toda investigación es útil, independientemente del uso inmediato que tenga, porque más adelante se le puede descubrir una utilidad. Y ésta sería la otra postura que había en ciencia, pero Varsavsky estaba en contra de eso y no porque no le pareciera importante investigar determinados temas, sino porque él decía que nosotros como países teníamos que, en función de los recursos que tenemos, elegir líneas prioritarias y destinar los recursos a eso. Es lo que se conoce como “internacionalismo científico”, en el que todo parte de una gran comunidad en la que todos aportamos por igual, y Varsavsky tenía sus diferencias con eso.
– Lógicamente, por sus ideas en el plano de la política nunca habría sido invitado por una televisora nacional a hablar en algún programa. ¿No es así?
Es curioso eso que estás diciendo. En el año 1973 hubo mucha discusión en Argentina, al menos cuando se estaba terminando la dictadura de Lanusse y volvía un poco lo que se conoció como tercer peronismo, hubo muchas personalidades cercanas al socialismo que sí que tenían su espacio y su difusión. Quizá no eran temas que estaban tan en la agenda pública en esos años ’70 y ’60, como estoy mencionando, sino que estaba más en un ámbito que tenía que ver con especialistas en mi campo.
Por supuesto que también estamos hablando de otras épocas en términos comunicacionales, si pensamos en cuántos canales de televisión había, cuánta población podía ver esos cuatro o cinco canales que había en la Argentina, -en España también había pocos canales, sólo dos-, y él no fue una persona que haya tenido ese rol en medio. En algunas revistas ligadas al mundo de la ciencia aparecía algún comentario de Varsavsky hablando ahí. Pero en definitiva los discursos de izquierdas, y más en épocas dictatoriales como ésa, han sido más silenciados. Y ahí había un poco de todo; por un lado sus posturas radicales y por otro que la ciencia no estaba tan presente en la agenda pública como creo que está en la actualidad.
– Y habiendo estudiado tanto a Varsavsky, ¿cómo crees que él valoraría hoy en día todo esto que se está hablando sobre la inteligencia artificial? ¿Podría haber sido uno de los más críticos contra esta tecnología?
Mirá, te soy sincero José Luis. No podría quizá poner en boca de Varsavsky nada en ese sentido. Él fue un pionero de la computación, de los modelos matemáticos. No sé qué decirte en eso. A mí me parece que podría tener una postura crítica en muchos aspectos, básicamente de cómo ha ido deviniendo la ciencia y la tecnología desde cuando él pensaba las cosas a la actualidad. Básicamente también en función del contexto político general que estamos teniendo, pero, como digo, no me atrevo a poner nada en boca de Varsavsky, y esto lo hago por algo que él definía como honestidad intelectual, porque para él era muy importante ser honesto intelectualmente.
– Pero claro, lo que hemos visto hasta ahora de la inteligencia artificial es que elude las citas y no menciona las fuentes ni las referencias. Todo lo contrario de lo que un científico o intelectual haría.
En eso tenés razón si tenemos en cuenta que para Varsavsky era muy importante explicitar la ideología desde donde se hablaba, porque él decía que ideología existe en todos los niveles y siempre, incluso en aquellas posturas que se anclan en la afirmación de que no están politizados, o que no hacen ideología y se declaran como profesionales objetivos. Varsavsky decía que eso no existe en la ciencia. Cada actividad que realiza el ser humano es un hecho atravesado por lo político en donde hay un contenido ideológico muy fuerte, y él aseguraba que eso es imposible de suprimir y que es necesario hacerlo explícito.
En función de esto y con lo que acabás de mencionar vos, que fue una muy interesante acotación, creo que sí, en eso compartiría Varsavsky. Explicitemos desde qué lugar habla esa inteligencia artificial y también a qué intereses responde toda propuesta científica, tecnológica o política.
– Y efectivamente, me pareció viendo el film una persona fascinante porque acude a las referencias y después es defensor de que la gente piense por cuenta propia. Es alguien que, de alguna manera, luchó contra los dogmas. ¿También te atrajo esa parte suya?
Yo primero tuve un acercamiento teórico a la obra de Varsavsky. Estudiaba Filosofía, estaba a punto de recibirme y me interesaban temas científicos, leo a Varsavsky en temas de historia de la ciencia y me pareció que era un pensamiento disruptivo. Me pongo a investigar para hacer una nota para el diario y después investigo más para hacer el documental.
A medida que yo estoy hablando con la gente que lo conoció, me pareció más fascinante aún, porque dejó una huella muy profunda en todos aquellos que trabajaron con él y fueron sus discípulos. Lo primero para Varsavsky era la honestidad intelectual, la franqueza, ir de frente, reconocer que se podía haber equivocado en algo, discutirte a muerte algo y dos días después acercarse y decirte que el otro día se quedó pensando y que tenías razón vos y no él, con lo cual estaba en favor de que cada uno elaborara su propio criterio, de que usemos el pensamiento para generar ideas propias.
Siempre buscó que la gente que trabajaba con él primero fuese creativa para pensar alternativas, en el sentido de que las cosas pensadas en origen pueden ser modificadas o regeneradas en función de la creatividad del espíritu humano.
©José Luis García/Cinestel.com