«Ver y Escuchar» de José Luis Torres Leiva; oportuna experiencia sensorial

Competencia cine chileno, SANFIC 9.
José Luis Torres Leiva es un realizador que está considerado como uno de los cineastas chilenos más valiosos e interesantes surgidos en la década pasada y si bien en el drama de ficción «El Cielo, la Tierra y la Lluvia», uno de sus filmes más logrados, nos sumergía en la historia de cuatro almas solitarias, pesimistas y depresivas que lo tenían todo pero que eran incapaces de encontrar la felicidad, en este documental, el director ha hecho una cura sanadora para sí mismo y nos muestra a otras personas a quienes les falta algún sentido físico pero que, aparentemente con menos motivos, han logrado salir adelante con armonía y decisión.
«Ver y Escuchar» es una película positiva de principio a fin cuyos protagonistas nacieron con los cinco sentidos bien desarrollados pero que por distintos problemas de salud vieron reducida ostensiblemente su capacidad de ejecución en alguno de ellos: oído, vista o habla. Muchas veces nos habían contado que a las personas a quienes les falta algún sentido les ocurre que suelen desarrollar con mucha más intensidad los que les quedan sanos.

Torres Leiva
En este documental veremos cómo un discapacitado le puede contar a otro de diferente condición física todo aquello a lo que el segundo no puede llegar. Así podremos comprobar la excelente explicación que un ciego le está haciendo a un sordo acerca del sonido que se percibe al lanzar una piedra al mar. Las personas discapacitadas han aprendido en primer lugar a aceptar su condición de diferentes respecto a la mayoría y en segundo lugar, a establecer vínculos de convivencia siendo asertivos, cercanos y fundamentalmente prácticos.
De esa aceptación de sí mismos y de su sentido común nace una estabilidad emocional que les facilita la conversación con los demás, la formulación de preguntas de aquello que no comprenden, la capacidad de sorprenderse frente a lo desconocido, y la necesidad de que los demás conozcan su realidad y sepan por qué algunas cosas las tienen que hacer de una manera diferente a como las haríamos la mayoría.
En «Ver y Escuchar», filmada casi totalmente en blanco y negro, cuestionando así si lo nuestro es lo ‘normal’, observamos cómo los dedos se mueven rápidamente para que los interlocutores que no escuchan puedan entender lo que dice el resto mientras oímos lo que están contando. También hay manos que se tocan y se aprietan para conseguir con el tacto completar frases, historias, sensaciones y emociones.
Una joven ciega y sorda enseña a escribir en Braille a una mujer plena de sentidos que ha ido a visitarla y se ríe de las maneras torpes de la visitante con esa impresionante y distinta máquina de escribir. Es entonces cuando nos damos cuenta de que en un discapacitado solamente algo se ha interrumpido pero que sigue bien y perfeccionando todo lo demás. Definitivamente, nadie tiene un dominio perfecto de todos los sentidos y ninguno vamos a poder alcanzar esa perfección, pero se nos plantean muchas preguntas que quizá no lograremos responder, en especial si, a tenor de lo que vimos en la ficción de Torres Leiva de 2008, nos tiene que faltar algo para ser más comunicativos y felices. Recordemos lo que aquella película nos mostraba.
En «El Cielo, la Tierra y la Lluvia» vimos a cuatro personas que tenían todo lo indispensable para vivir bien, la mayoría de ellos gozaba de buena salud, el trabajo no les faltaba y vivían en un paraíso idílico en el sur de Chile, muy frondoso y con un lago. A pesar de ello, los cuatro eran seres solitarios que se creían autosuficientes y a los que no les gustaba comprometerse con nadie mientras que, paradójicamente, buscaban el amor, el sexo, los afectos familiares inexistentes y su propio espacio y tiempo, no sólo para distanciarse de la soledad que habían construido íntimamente, sino también para tratar de encontrarse ellos mismos.
Los personajes de aquella película tenían todo un mundo a su alrededor, -en los films de Torres Leiva, el sonido y la imagen son de detalle y gran calidad-, pero francamente no lo veían y hasta lo detestaban. Cuando se reunían para comer, las conversaciones de mesa eran inexistentes, una de ellas tiraba al suelo del bosque unas manzanas que le acababan de regalar y la otra se estaba intentando suicidar por una gran depresión. Otra de las amigas decía: «No me interesa conocer mucho a las personas. Al final siempre me aburren».
José Luis Torres Leiva ha tratado en ambas películas de mostrar las fuertes contradicciones que muchas veces tenemos. A unos les falta algo y luchan con decisión e interés por encontrar una armonía y otros, que en principio deberían de estar orgullosos de lo que tienen, están fuertemente deprimidos y derrotados porque han entrado en un círculo insaciable del que les será difícil salir.
©José Luis García/Cinestel.com