Las historias agregan más vida a nuestra vida

*Por Daniela Espejo, México D.F. Lo más esperado del Encuentro fue sin dudas la reflexión sobre el guión que hicieron los dos guionistas más reconocidos de México, Vicente Leñero y Guillermo Arriaga. El primero es autor de novelas, dramaturgo y escritor cinematográfico, responsable de los textos en que se basaron los films “La ley de Herodes” de Luis Estrada (1999), “El crimen del padre Amaro” de Carlos Carrera (2002) y más recientemente “El atentado” de Jorge Fons (2010), presentada para el bicentenario de la Independencia de México, entre otros. Su experiencia incluye unos 50 años de trabajo en cine, teatro y literatura.
Ambos autores son señalados como maestros para los jóvenes escritores que estuvieron en el Encuentro, aunque Arriaga consideró a Leñero como “el maestro de todos nosotros”. Vicente Leñero compartió con los asistentes el motivo que le lleva a ejercer su vocación. “Uno se hace escritor por un contagio de lo que ha visto y ha leído en su vida. Se produce porque a través de la ficción podemos imaginar vidas que nunca podremos vivir. Tenemos sed de que nos cuenten historias para agregar vida a nuestras vidas. Para que lo que no alcanzamos a vivir, lo podamos vivir en la historia de los demás. Ese es el motor.”
¿Qué es lo que aporta el cine que no puede hacer ningún otro arte? “El cine tiene una gramática especial que uno tiene que aprender. Pero creo que el cine tiene la capacidad de comprimir las historias, cosa que no tiene la novela. El cine nos puede contar las historias con mayor velocidad, una velocidad hecha para nuestro tiempo. Así el cine ha influido en la literatura enormemente en los últimos tiempos.” Habría una selección de momentos importantes que deberían poder ser elegidos para representar en la pantalla. “Yo en el cine no he sido esencialmente un creador, he sido más bien un adaptador. Ese ejercicio de romper la gramática de la novela, luego pasarlo al teatro y finalmente al cine, como sucedió con “Los albañiles”, fue muy importante. El espectador se ha vuelto un agudo observador, es un experto en ver películas. El escritor tiene que entender que el espectador ya puede adelantarse al guionista. Siempre tenemos que sorprenderlo y darle variantes que él no suponga. Es difícil escribir en el día de hoy por la velocidad del espectador. Un personaje debe ser misterioso principalmente para el escritor. Si el personaje se resuelve en la película es muy pobre.”
Sin embargo, consideró que su trabajo puede ser modificado e interpretado posteriormente a su creación como sucedió con “El crimen del padre Amaro”: “Yo puse que en el final que la protagonista se iba muriendo en el camino. Pero no puse que se moría, preferí que eso lo dedujera el espectador. Carlos Carrera la hizo morir en el camino. Lo mismo en la escena siguiente donde el presidente municipal come unos huevos revueltos con salsa roja, porque hacía la sugerencia del desangramiento de la muchacha. ¡Pero le pusieron salsa verde! Así pasa con nuestro trabajo. El director tomó el guión de cine y lo construyó bastante apegado. Pero siempre habrá esas diferencias. Esas cosas yo consideraba que traicionaban bastante el guión que yo escribí pero no fui a pelearme con él. Aquí terminó mi trabajo y allí está el suyo. Por eso el escritor cinematográfico no pasa a ser director. Ya cuando eso pasa supongo que se tienen muchos cambios y muchas variantes para el rodaje. Mi especialidad es la de ser escritor y no quiero pasar a otra. Ese es mi oficio y me muevo muy bien allí.”
¿Cuál es el género que más disfruta trabajar? “El género que prefiero es la narrativa, es el género más alto de lo escrito. Quizás porque es lo que más me ha costado, lo que menos he escrito con acierto. Pero si uno encuentra la clave a cada uno de los géneros, es placentero trabajar en cada uno de los ámbitos, el periodismo, la literatura, el teatro, el cine. Es muy interesante descifrar esos géneros para poder hacerlos propios.”
Ayer sábado concluyó el Encuentro con una charla sobre promoción y venta de guiones cinematográficos.