«La Vie Sauvage» de Cédric Kahn; una vida clandestina y aislada

Estrenó en Francia la última película del realizador galo Cédric Kahn que fue reconocida con el premio especial del jurado en San Sebastián y que está inspirada en un hecho real que conmocionó al país cuando un padre a quien la justicia le negó la custodia de sus hijos en favor de su ex-pareja y madre de los pequeños, decidió escaparse con ellos e iniciar una vida clandestina que consiguió mantener a lo largo de más de una década, viviendo en un ambiente comunitario rural y teniendo que ocultarse de la policía que obviamente lo estaba buscando. A partir del hecho delictivo del padre, que cuenta con el beneplácito de los chicos, inician un peregrinar en el que tienen que asumir diferentes identidades, sintiéndose perseguidos, pero siempre libres y en movimiento.
La historia, aunque pueda parecer rocambolesca, ocurrió en la realidad y en la película, Cédric Kahn nos deja ver desde el principio la fuerte carga de violencia que contiene, no necesariamente física, pese a que en algunos momentos sí lo es, combinando todo hábilmente con otros instantes de ternura y de vinculación con la naturaleza.
El formato elegido para desarrollar el relato es el de un cine directo y sin paliativos sobre la importancia de los sentimientos, que deja clavado al espectador en su asiento hasta llegar a un final de la película que es genial, comedido y proporcionado, al tiempo que nos deja pensando acerca de todo lo que se ha ido viendo.
Once años son los que transcurren desde esa huida que ocurre cuando los chicos tienen respectivamente 7 y 8 años de edad, pero «La Vie Sauvage» tan sólo nos da a conocer lo que ocurre en los tres primeros, siendo todavía niños ellos dos, saltando después ocho años más adelante, cuando ya han llegado a la adolescencia y han tenido la oportunidad de comenzar a definir su identidad como personas. Esa ruptura tal vez sea una de las partes del filme que más controversia pueda generar entre el público, pues evidentemente hay un cambio de tono notable en la exposición del caso.
Philippe Fournier es el padre que decide tomar esa acción tan arbitraria que significa salirse de los senderos trazados por la legalidad y está muy correctamente interpretado por Mathieu Kassovitz, un polifacético profesional de la actuación que también fungió en otros trabajos como cineasta. A los chicos los interpretan diferentes actores con parecido físico en las dos fases por las que progresa el guión, un drama que comienza con un intento frustrado de ocultación de los hijos por parte de la madre, que hace que los niños tengan que navegar entre la nebulosa mezcla de los afectos necesarios a sus padres y el grave conflicto personal que sobrellevan como pareja sus progenitores. Con total seguridad, es esa acción primaria y precipitada de la madre la que provoca la inmediata adhesión de los hijos a la decisión, también equivocada, que toma el padre y que imita lo que ya había intentado su ex-mujer, tal y como nos muestra el principio de la película.
©José Luis García/Cinestel.com