«Violencia» de Jorge Forero; tratar de ponerle rostro a los verdugos

El cine colombiano ha tratado algunas veces de vincular sus historias a ese triste devenir de violencia que el país ha sufrido, pero que por suerte parece tener sus días contados. En esa línea, ésta de Jorge Forero no es una película más, sino que es probable que esté en el grupo de las que mejor han expuesto el problema, porque su reflexión global nos va a llevar justamente hasta la raíz del asunto. Se trata de tres historias distintas sobre tres personajes diferentes, pero que están enlazadas por el tema de la escandalosa violación de los derechos de las personas cuando se emplean métodos explícitamente agresivos y muy violentos. En ese punto, Forero nos presenta tres fragmentos sobre víctimas y los que serían sus respectivos victimarios, acerca de quienes evita en lo posible mostrar, en algunos casos, su rostro físico y regodearse en sus actos agresivos.
«Violencia» es un filme muy inteligente porque no se está limitando a personajes arbitrariamente violentos. Al tiempo que hay un determinado tipo de cine que nos transmite la idea de que los malos son los que están dando tortazos o disparando balas desde que se levantan hasta que se acuestan, lo que el realizador colombiano hace es ir más allá de algo tan simple como eso porque la agresión también se puede producir por otras formas más escondidas o sutiles, y nos abre la posibilidad de pensar en quién o quiénes instigan todo eso, siempre escondidos en su madriguera o palacio de cristal, o ésos que con gran cobardía dan las órdenes pero que nunca dan la cara, -muchas veces ni siquiera sus verdugos saben quienes son-, mientras que son otros los que las tienen que ejecutar a cambio de dinero, y muchos más los que tratan de consolarse creyendo que las víctimas de uno u otro bando «algo habrán hecho» y entrando en una espiral que banaliza el mal con muy graves consecuencias.
Y precisamente, la mayor gravedad de todo lo que expresa la película a través del arte está en esa falsa creencia popular de que haciéndote el tonto y tratando de comprender a los agresores evitando indagar en las conexiones entre causa y efecto, te vas a poder salvar de todos los problemas que eso conlleva, puesto que no te has dado cuenta de que esa violencia que hoy parece excepcional se pudo o puede dirigir más adelante hacia cualquier otro individuo. Aunque el filme no tiene vocación de sentenciador ni aleccionador, las tres historias se sustentan también en la necesidad de reconectar y tener empatía por los demás, huyendo de toda esa agresividad cotidiana que vive el país.
La película es un tríptico acerca de la experiencia de la violencia. La primera historia es la menos hablada y vemos a un prisionero cautivo en la selva durante una media hora; la segunda comienza con un adolescente que acaba de hacer el amor con su novia; y en la tercera vemos a un hombre en su cotidianidad comprando víveres y manejando su camioneta. «Violencia» analiza esos comportamientos cotidianos, algunos de ellos de aparente libertad.
El filme requiere que estemos muy atentos a los tres personajes en su situación y sus actos, e interroga, sobre todo al espectador colombiano pero también a cualquier otro, sobre si realmente nos escandalizamos frente a los distintos tipos de agresividades o es que esto se ha convertido en algo normal y rutinario. Obviamente, la película no tiene una respuesta a las causas de la violencia en Colombia y ni siquiera hace una identificación clara y precisa de sus personajes, quienes podrían contar con el rostro de cualquiera. Un gran acierto de Forero, quien afirmaba que el filme lo componen «tres historias diferentes en las que el espíritu, las emociones y el cuerpo son destruidos». Igualmente, el realizador bogotano había declarado sentirse influenciado por el cine de Gus Van Sant, Lars von Trier y Gaspar Noé a la hora de abordar este buen proyecto cinematográfico que se estrenó en la sección Forum de la Berlinale 2015.
©José Luis García/Cinestel.com