“Wackersdorf”; la lucha por el medio ambiente y contra la corrupción
8ª Mostra de Cinema Alemany Actual 2019
A nivel de los dirigentes de la política no abundan casos como el de Hans Schuierer, quien en los años 80 del siglo pasado fue jefe del distrito bavarés de Schwandorf. Él fue un político honesto que prefirió ignorar las presiones para que en esa zona de Alemania se construyera una planta de reprocesamiento nuclear.
Basada en estos hechos reales, el cineasta Oliver Haffner propone en su nueva película, “Wackersdorf”, una revisión de todo el proceso de lucha popular que se llevó a cabo en aquel entonces en esta ficción que también incluye pequeñas partes de imágenes rodadas in situ por algunos directores independientes, dado que todos los medios de comunicación oficiales de la época nunca registraron estas protestas en absoluto. La valla construida para aislar el área de construcción, se convirtió posteriormente en un símbolo para movimientos que apoyaban otro tipo de reivindicaciones.
La película se centra en la protesta pacífica que llevaron a cabo los habitantes de la zona, teniendo que hacer frente a una violencia policial extrema. Y por supuesto, no hay referencias en el film al uso distinto que posteriormente se ha hecho de aquella icónica valla de separación del recinto por parte de los denominados grupos anti-sistema.
Nunca antes tratado en el cine, el tema de la lucha contra esa construcción nuclear dividió a la región e incluso provocó rupturas entre familias y diferencias de opinión entre la gente que trabajaba en otras industrias; una ira emocional que todavía hoy no ha sido resuelta en algunos casos.
Haffner siempre ha estado interesado en ocuparse en la ficción de asuntos de corte social y de hecho, su anterior película se llamaba “Un regalo de los Dioses” (Ein Geschenk der Götter), donde trataba los problemas del desempleo de larga duración, el paro y la pérdida de dignidad. Con la controversia actual acerca del cambio climático parece inevitable que los realizadores con esa sensibilidad se aproximen a estos temas.
“Wackersdorf” cuenta además con la credibilidad del austriaco Johannes Zeiler como actor principal, conocido mundialmente por haber protagonizado “Fausto” (2011), la fabulosa versión cinematográfica del cineasta ruso Aleksandr Sokurov sobre la conocida obra escrita de Johann Wolfgang von Goethe.
La película se narra de manera cronológica y se concentra en la evolución del jefe de distrito; en esos pequeños y casi imperceptibles cambios que van obligando poco a poco a esta persona a transformarse. Esa exactitud y concisión tal vez pretenda que el espectador evite hacer el esfuerzo extra de juntar todas las piezas de la acción.
Y el film también subraya el papel de la mujer en todo ese proceso que se llevó a cabo. Precisamente la actriz que encarna a la mujer del protagonista, Anna Maria Sturm, está representando a su propia madre en el mundo real, Monika Gegenfurtner, quien todavía vive en la región y fue una de las fundadoras de la iniciativa.
Oliver Haffner responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Quiso poner de manifiesto con el film que los humanos siempre estamos dispuestos a sumarnos a desafíos en pro de una mejor gestión del entorno ecológico?
Sí y yo creo que eso tiene que ver con que al inicio de esta protesta los participantes fueron gente mayor, personas que realmente querían una protección ecológica de la patria; al final también es una película sobre la patria. Y me gustaría completar esta observación diciendo que también es una película que ilumina este proceso desde el punto de vista de defensa de la democracia.
Es verdad que estamos viendo a un protagonista que al comienzo no sabe muy bien de qué se trata ese proyecto industrial; sólo sabe que es económicamente interesante, aunque yo no sé muy bien si este personaje principal realmente ha captado todos los riesgos que había, pero en aquel momento de libertad, de romper moldes, es cuando este protagonista se abre y también cambia. Y así fue igualmente en la realidad. Hans es más bien una persona mayor y al tener una visión conservadora, para él dar este paso hacia la resistencia no fue nada fácil.
– Es muy interesante la metamorfosis que le ocurre a Schuierer, cuyas secuelas colaterales pueden recordar en cierta forma a las que tuvo que padecer Martin Luther King. ¿A usted también le parece que hay similitudes entre ambos en cuanto a las consecuencias?
Es evidente que el caso del protagonista tiene mucho que ver con estas otras figuras de liderazgo como Martin Luther King porque permiten una muy buena identificación para el espectador, y yo tenía la esperanza de que un héroe más bien conservador nos abra la posibilidad de que haya sectores de la población que se interesen también por todo eso, ya que no era el caso de que los activistas fueran únicamente radicales y anti-sistema.
Tiene usted razón que estas figuras heroicas como Luther King u otros representantes de movimientos civiles han sido un modelo para esta película. Es cierto.
También hay que decir que este personaje es real. Hans Schuierer continúa viviendo. Tiene 89 años, todavía posee mucha vitalidad y sigue involucrado en cuestiones de protección de la democracia y del medio ambiente.
– Igualmente uno queda impregnado de un tipo de cine que inevitablemente recuerda al que hace el cineasta británico Ken Loach en su defensa de los derechos sociales y civiles.
Sí, me hace mucha ilusión que me lo diga porque la cinematografía de Ken Loach me ha acompañado durante mucho tiempo. También cuando yo estudiaba en la Escuela de cine de Munich ya él era un modelo para mí, quizá no tanto desde un punto de vista estético, pero sí desde el terreno de la voluntad de tratar temas de justicia desde una perspectiva humana.
Lo que Loach siempre consigue es abordar temas muy grandes, y siempre sin hacer servir elementos o figuras abstractas, pues él presenta personajes muy locales y creíbles.
– Y quizá una de las partes más importantes de la película sea la referencia a cómo desde las instituciones se hace uso de la ley y también la manipulación que puede ocurrir en algunos casos. ¿Para usted éste sería uno de los temas principales del film?
Pues sí, efectivamente. De hecho piense que aunque nos encontremos en sistemas democráticos, la democracia siempre está en riesgo y hay muchas fuerzas que trabajan para aprovecharse de la democracia o socavarla. Por eso, reconocer a tiempo las señales en este sentido, afinar la propia conciencia respecto a estas señales, es una causa muy importante para mí.
La ley que se refleja en el film, la cual solamente se emitió para aislar políticamente a esta persona, continúa estando vigente aunque sólo se aplicó una única vez. Encuentro que eso es escandaloso, que esa ley todavía exista.
– ¿Cabe la posibilidad de que actualmente no haya tanta gente que siga la lucha social como en la época que refleja la película?
Yo pienso que hubo una fase en la cual esto ya no pasaba, pero ahora mismo tengo mucha confianza porque me estoy dando cuenta de que entre las generaciones más jóvenes hay una gran conciencia de responsabilidad; no solamente por el tema del medio ambiente, sino también por la igualdad y de hecho no podemos olvidar, por mucho que las discusiones o debates se hayan producido de muchas maneras, que al principio de la oleada de refugiados, tuvimos una gran respuesta de hospitalidad y de brazos abiertos, con muchas personas que se involucraron desde la sociedad civil. Y tampoco tenemos que olvidar que hay un amplio movimiento en contra que quiere cargarse esta misma sociedad civil.
– Lo que es impresionante también en la película es ver cómo el dinero puede cambiar conciencias y manipular la realidad. ¿Es quizá la parte más impactante de “Wackersdorf”?
Sí, y yo creo que las cosas tampoco han cambiado tanto hoy en día, pero una situación especial de ese tipo se dio en los años 80 cuando la política miró muy abiertamente a la industria, pues en aquel momento la industria era la gran cosa a defender por ellos. Ahora continúa pasando, pero de una manera más discreta. En los 80 uno estaba orgulloso de los grandes industriales y los grandes empresarios tenían cercanía y proximidad a la política. No quiero decir con ello que eso ya no pase, sino que ahora ocurre de una forma más escondida, más reservada. Pero es una transformación cultural muy interesante.
– ¿Y con lo que pasó en esos años 80 en Chernobyl, cree que aquello fue un punto de partida para replantearse la existencia de las centrales nucleares?
Sí, por supuesto. El motivo que me llevó a mí a hacer esta película tiene mucho que ver con otro accidente, el de Fukushima, que fue para mí el iniciador de esta reflexión sobre la fuerza con la que este movimiento anti-nuclear marcó mi infancia y mi juventud.
Después de Fukushima, el gobierno federal alemán se salió muy rápidamente de los planes de aprovechamiento nuclear, y ahí este movimiento consiguió finalmente su gran hito. Ese accidente en Japón fue para mí un gran disparador para esta película.
El Hans Schuierer original siempre dice que si lo de Chernobyl no hubiera pasado, por muy absurdo que pueda sonar, la resistencia en la región se habría hundido, y que la población local se quedó tan conmocionada sobre la reacción de la policía que eso se partió, pero Chernobyl posibilitó este gran apoyo de toda Alemania, y a partir de ese momento ya todo el mundo sabía que aquel proyecto no iba a ser realizable.
Uno tendría que pensar que un accidente como Chernobyl tendría que haber tenido como consecuencia el apartarse de esta industria. También estamos viendo lo terribles que han sido las consecuencias hasta hoy, pero también pienso que la gente cuando no está inmediatamente afectada, determinados hechos los olvidan muy rápido.
©José Luis García/Cinestel.com