«El Club» y «El Botón de Nácar»; cine chileno que compite por el Oso de Oro en la 65 Berlinale

Patricio Guzmán y Pablo Larraín son dos cineastas chilenos de distinta generación quienes, aunque se manejan en géneros cinematográficos diferentes, -documental y ficción-, han tenido hasta ahora en común un denodado interés en analizar o radiografiar un periodo convulso en la historia reciente de Chile como lo fue la dictadura del general Pinochet. Este año, la sección oficial a concurso del 65 Festival Internacional de cine de Berlín contiene sus dos últimas y respectivas películas. La de Guzmán viene a continuar el contenido de su obra predecesora, y la de Larraín se distancia del tema político de fondo de sus anteriores con una historia de redención y perdedores. Pero, ¿de qué trata cada una de ellas?
«El Botón de Nácar» es una película documental en la que Patricio Guzmán prosigue el camino iniciado en «Nostalgia de la luz» y que constituye el segundo eslabón de la trilogía inspirada en el desierto que concluirá (foto superior) en la cordillera de los Andes. Siguiendo el mismo cuadro central sobre el que se sustentaba el anterior, este filme que opta al Oso de Oro, avanza en el tema de los desaparecidos durante el absolutismo militar relacionándolo con lo sucedido a finales del siglo XIX en el sur del país, donde seis etnias magallánicas fueron exterminadas. En concreto, la isla Dawson fue usada como campo de concentración para los selknam y otros pueblos nativos a finales de esa centuria.
Para hacerse una idea de lo que Guzmán ha significado en el contexto de la lucha por las libertades democráticas dentro de Chile, es más que suficiente resaltar que este es el primer film de toda su extensa carrera cinematográfica que ha obtenido una subvención oficial de los organismos del cine chileno, concretamente de 80 millones de pesos. La ayuda se le concedió tras una primera denegación y una posterior carta de reclamación del cineasta al anterior ministro de cultura de la nación en la que le instaba a prestar más apoyos a los filmes que se refieren a hechos ocurridos en las últimas décadas de la Historia de este estrecho y prolongado país, que abarca desde el más gélido ambiente polar hasta el más tórrido desierto, una diversidad natural que fue contundentemente negada en el terreno de las culturas para los seres humanos que lo habitan. (lee aquí nuestra reseña crítica de la película)
La otra película chilena en competencia por el Oso de Oro, «El Club» de Pablo Larraín, es un drama con zonas reconocibles de suspenso que, a diferencia de sus anteriores filmes, se aleja del contexto histórico. El cineasta repite con Alfredo Castro («Tony Manero», «Post Mortem», «No») y con Antonia Zegers y Jaime Vadell, e incorpora a Alejandro Goic («Gloria») y Francisco Reyes («Prófugos»).
El argumento se desata a partir de la experiencia de cuatro clérigos que están viviendo juntos en una casa aislada en una pequeña ciudad situada junto al mar. Todos y cada uno de ellos han sido enviados a ese lugar para purgar los pecados del pasado. Su estilo de vida es muy estricto bajo la atenta mirada de una curadora femenina. La frágil estabilidad de los cuatro sacerdotes se ve alterada por la llegada de un quinto hombre, un compañero recién caído en desgracia, que los va a devolver a un pasado que pensaban que habían dejado atrás.
La historia mezcla amor, pasión y redención y nos sugiere que en Chile, como en otras partes del mundo, no todas las personas son iguales ante la ley, en especial si has tenido la osadía de enfrentarte a una institución poderosa que persigue a aquellos que la desafían. Sin duda, la resolución de esta trama dará mucho que hablar durante la 65 Berlinale. (fmr/jlg)