El cine latinoamericano se hizo notar en DocsBarcelona 2016
La apertura este año de una nueva sección llamada Latitud DocsBarcelona, refuerza el interés que el Festival Internacional de Cine Documental de Barcelona tiene en dar a conocer en Europa producciones diversas pensadas en América Latina o por latinoamericanos que residen en cualquier punto del planeta.
Hubo en ese sentido proyecciones de muy diferente origen que se fijaban en temas como el grupo cubano de rap más popular, el deseo de liberación del pueblo de Chechenia, el desorden para la identificación de cadáveres en El Salvador, los estragos del cambio climático en Bolivia, la vuelta a su Chile natal de una realizadora invidente de cine, y la ilusión de un niño brasileño por mantener vivo un circo que ha estado construyendo en su casa.
El palmarés dado a conocer al final del certamen tuvo en cuenta y estuvo dominado por tres de estas producciones que a continuación reseñamos:
«Jonas y el circo sin carpa»
La directora brasileña Paula Gomes ofrece en su ópera prima el retrato de un grupo de chicos que deciden llevar su ilusión a la práctica, creando un circo sin carpa en el patio de la casa de Jonas, uno de ellos. «Jonas y el circo sin carpa» es la exposición del sueño de unos amigos que consiguen hacerlo realidad como consecuencia de una particular búsqueda para crecer, aunque también haya sido concebido como un juego.
El documental está esencialmente conectado a lo que fuimos todos nosotros, a esa necesidad de buscar algo por lo que sentirse realizado en un entorno felizmente infantil, y además haberlo encontrado, lo cual es todo un prodigio. La película es una historia de crecimiento con un punto de partida para hacer realidad un sueño, y es apta tanto para los adultos que ya pudieron haber pasado por esos sentimientos, como para los niños que puedan hallarse en ese proceso. Gran trabajo de acercamiento a una historia que es entrañable.
«Niña Sombra»
La directora chilena María Teresa Larraín lleva a las pantallas su propio deterioro físico a consecuencia de una ceguera progresiva y hereditaria que se le detectó y que acabó siendo irreversible. El filme expone los diferentes estado por los que pasó, primero en su residencia habitual de Toronto (Canadá), pero después regresando a Chile para terminar de adaptarse a su nueva realidad.
Lo mejor de «Niña Sombra» es precisamente su «visión» de gran angular que se percibe cuando notamos que Larraín no enfoca el documental solamente desde su punto de vista, sino también desde las reacciones y percepciones que su situación provoca en los demás. Y la inclusión de unos vendedores ambulantes de las calles de Santiago refuerzan con un gran poder, la impresión de que frente a un cambio de esa envergadura en la vida de cualquiera, será mucho más conveniente adaptarse poco a poco a esa nueva realidad. La poca indulgencia que tiene consigo misma la realizadora al mostrar alguna que otra pequeña maldad suya, ratifica a este filme como un gran trabajo.
«Esto es lo que hay»
La directora francesa Léa Rinaldi siguió durante unos años al grupo cubano de rap más popular conocido como ‘Los Aldeanos’. Por un lado están las personas y por el otro las distintas corrientes políticas que rechazan a quienes se consideran al margen pero quieren hacer uso de su lógico espíritu crítico, pues aquí las letras de las canciones son algo contestatarias con la situación social interna de Cuba, buscando remover conciencias entre el público para que se cuestione «lo que hay».
El filme refleja al grupo desde tres perspectivas geográficas: la inicial de Cuba, donde son un grupo muy popular que tiene prohibido actuar siquiera como telonero; una intermedia que acabará siendo algo misteriosa, con una actuación en Serbia y el paso por otros países de América del Sur; y la llegada a Florida, en los Estados Unidos, donde grupos de extrema derecha y canales de televisión no pueden entender que Aldo y Bian Rodríguez se nieguen a condenar explícitamente al castrismo y se limiten a decir que ellos están a favor del pueblo de Cuba. El hecho de que uno de ellos sea el hijo del gran Silvio Rodríguez provoca en algunos un rechazo mayor todavía.
Según dijo la directora en DocsBarcelona, Los Aldeanos viven ahora entre La Habana y Tampa (Florida), y su situación por suerte ha cambiado. «Esto es lo que hay» es un testimonio fiel sobre las grandes dificultades que han tenido a lo largo de su carrera musical.
«La Familia Chechena»
El argentino radicado en Barcelona, Martín Solá, quiere escenificar a través de las danzas rituales de los sufíes chechenos, el panorama de un pueblo ocupado que resiste con la esperanza de poder algún día emanciparse y ser capaces de autogestionarse políticamente. Es la segunda entrega de una trilogía que intenta retratar de una forma peculiar, por lo poco madurada que aquí a simple vista parece, la vida de pueblos no reconocidos como países libres y soberanos.
Lo más probable es que el jurado oficial se decantara por este filme para su premio a la mejor película por la idea de estar contemplando rituales repetitivos (media hora o más casi seguida de un molesto ahú, ahú, ahú, ahú…. con primeros planos bastante oscuros) de un pueblo en resistencia, pero su construcción narrativa deja mucho que desear y la impresión que da es que se trata de un cortometraje estirado hasta los 60 minutos mínimos que se requieren para formar un largometraje. La intención es buena y la causa es loable, pero le falta gusto o sabiduría a la hora de contar, aunque casi todo sea en imágenes y rituales.
«Samuel in the clouds»
Película del belga Pieter van Eecke que retrata la desaparición de un glaciar en las cercanías de La Paz (Bolivia), lo que ha provocado el cierre de una conocida estación de esquí que había sido gestionada por varias generaciones de una misma familia. Samuel fue el último trabajador de Chacaltaya y todavía acude al lugar con frecuencia con la esperanza de que alguna vez regrese la nieve, lo cual resulta bastante improbable debido al cambio climático.
Van Eecke alterna varios testimonios de interés, incluso científicos, así como algo de humor frente a esa mirada poética sobre lo que fue ese paisaje y ya no volverá a ser. El acierto del realizador es haber captado imágenes de las dos etapas tan distintas en el lugar para poder contrastarlas, inclusive con escenas de algunos rituales musicales que se desarrollaban allí para invocar a los espíritus de las montañas sagradas.
«El cuarto de los huesos»
Impecable trabajo de la directora salvadoreña Marcela Zamora, reconocido por partida doble en el DocsBarcelona. El filme abunda en el mismo tema que ya abordaron en 2014 Juan Passarelli y Mathew Charles en «El Ingeniero»: la existencia en El Salvador de un impresionante número de cadáveres sin reconocer y de muchas madres pobres que han perdido a sus hijos y a las que se les exige que sufraguen económicamente las pruebas de ADN para saber si alguno de ellos es el de su hijo para darle la correspondiente sepultura.
La guerra entre bandas juveniles está acabando con el pequeño país y la directora ha documentado muy bien lo que ocurre con los esqueletos sin identificar en forma de huesos separados que se van acumulando todos en un cuarto. También ha contado con testimonios de especialistas que llevan a cabo esa complicada labor.
Preguntada en Barcelona acerca de por qué no hay padres que vayan a reclamar los cadáveres y solamente lo hagan las madres, Zamora respondió que casi todos los hombres mayores o están en la cárcel (desde cuyo interior asegura que se dirigen las bandas) o marcharon a formar parte de pandillas callejeras o de venta de drogas en California.
«Paciente»
Sobre el documental del colombiano Jorge Caballero, Premio Latitud DocsBarcelona de este año, ya habíamos publicado esta reseña.
©José Luis García/Cinestel.com