«La vida suspendida de Harley Prosper»; dormir con calzado puesto

Si «La balada del Oppenheimer Park» ya poseía una crítica implícita a las consecuencias de la relación entre colonizadores y colonizados, la segunda obra del director mexicano Juan Manuel Sepúlveda trata de asumir la dimensión individual del problema que le ha ocupado en sus dos primeros largos.
«La vida suspendida de Harley Prosper» no es una continuación del anterior largometraje de pauta documental que se desarrollaba en una plaza de la ciudad canadiense de Vancouver, sino que más bien podría ser visto como la escisión de uno de sus personajes, quien con la misma adicción a productos tóxicos que sus semejantes, mantiene una vida de lo más decadente y sucia, rodeada de botellas de licor, usando siempre la misma ropa y durmiendo siempre con el calzado puesto, unas zapatillas deportivas viejas y rotas. La película es un viaje fatalista por su desconectada intimidad.
El filme fue rodado prácticamente en una sola locación: las cuatro paredes de la habitación mugrienta en la que habita este joven aprendiz de chamán, situada en el Downtown Eastside de la ciudad más poblada de la Columbia Británica, sinónimo perfecto de la antigua Commonwealth que precisamente ahora se quiere resucitar.
Y resulta que ese chamán que vemos en pantalla, con un comportamiento tan pueril y desordenado, ha abandonado a su pueblo, la comunidad originaria de Kawacatoose, para continuar con el proceso autodestructivo que está llevando a cabo consigo mismo. Harley Prosper bebe de todo menos agua, ama a su abuela, pero ya no quiere estar más en este mundo que no comprende.
Mientras que su comunidad está luchando por mantener sus tradiciones ancestrales, él ha descendido a los infiernos de lo que, según Sepúlveda, pues nunca lo sabremos por las imágenes, es un hospital para enfermos terminales.
Lo que sí que es muy evidente en este filme es que el protagonista está acabado, y como su especie de espera a que le llegue la muerte, se prolonga, de vez en cuando escucha la música Pow Wow de los nativos americanos, al tiempo que el realizador le va haciendo preguntas desde detrás de la cámara, que nos ayudan a terminar de completar cómo ha podido producirse la deriva de este personaje que padece un fuerte deterioro y declive existencial.
©José Luis García/Cinestel.com