Tomás Lipgot habla sobre «El árbol de la muralla» y «Moacir»
El realizador argentino retrata en sus documentales a personajes que reflexionan sobre transformaciones y formas de vida que por distintos motivos han discurrido por distintos derroteros a los deseados, en uno de los casos por el vergonzoso problema del Holocausto y en el otro porque no tuvo medios ni oportunidades de desarrollar todo su potencial artístico. Lipgot estuvo en España donde la expectación por su último trabajo fue considerable, tanto en el 15 Festival de Cine Judío de Barcelona como en su réplica en Casa de América de Madrid.
Jack Fuchs es uno de los pocos supervivientes de los campos de exterminio durante la segunda guerra mundial que vive en Buenos Aires, quien tras pasar detenido en algunos lugares como Auschwicz, pudo escapar a sus 21 años, concluida la guerra, a pesar del exterminio de toda su familia. Moacir es un genuino artista popular brasileño que nació en una familia de muy humilde condición y se crió en una favela. Treinta años atrás emigró a la Argentina con la esperanza de poder alcanzar sus sueños algún día.
Tomás Lipgot nos cuenta sus impresiones acerca de estos dos documentales suyos y para comenzar le preguntamos si Jack Fuchs era conocido popularmente antes de «El árbol de la muralla»:
«Hoy día, todo lo que es audiovisual tiene una resonancia bastante más importante. Si bien le dio un empuje más a Jack y seguramente sí que es más conocido, él tiene toda una trayectoria porque escribe contratapas en página 12 y durante los ’90s fue mucho a canales de televisión, así que ya tenía cierta fama, pero después de este documental que ha tenido mucha repercusión, tanto en Argentina como fuera ha tenido más exposición».
– Llama la atención en el documental que al regresar a Polonia, el país donde nació, todo ha cambiado allá y no solo la gente sino que el espacio físico también. Ese contraste es muy intenso en la película.
Sí, hay una frase que a mí me gusta mucho que es cuando dice: todo está igual, nada está igual. Él usa mucho el pensamiento paradójico para explicar las cosas porque justamente viene de un mundo inexplicable y trata de hablar de algo que es muy difícil de nombrar.
– Sin embargo, Jack intenta explicarlo, porque también hace conferencias en centros educativos.
Más que explicación, porque la verdad es que él no le encuentra explicación y es muy sincero cuando dice que entiende que mucha gente no lo comprenda o hasta lo niegue, más que explicativo, tiene que ver con la cuestión de que es como una misión de la transmisión y de la memoria y contar su testimonio. Lo veo más por ese lado porque también, como dice en la película, ellos son víctimas, no son gente que sabe del tema, aparte de que él sí lo sabe porque además de todo, ha tenido una conducta reflexiva acerca de todo eso que no todos los sobrevivientes la tienen porque no tienen la capacidad o la salud mental, pero él ha logrado una instancia reflexiva muy interesante sobre el tema.
– ¿Hay algunas partes de su vida que no recuerde o que él haya enterrado en su subconsciente?
Hay un fragmento de una charla con una mujer en el que cuenta que algo que les pasa mucho a los sobrevivientes es que se creen que el comienzo del Holocausto fue como el comienzo de todo y que antes no hubo nada, pero justamente no es Jack porque él siempre lo que trata de hacer es de recordar un poco cómo era antes, su infancia, su vida, y es lo que todo el tiempo está haciendo. Él recuerda perfectamente su lugar, su infancia. Lo único que tiene es una cuestión con su hermanita chiquitita que sí, que no recuerda su cara y tampoco que fue deportada en el tren junto a toda su familia. De esa hermanita no recuerda nada.
– Él también mantiene amistad con personas que han sufrido otras formas de represión, entre ellos está la señora Elsa Oesterheld que perdió a su marido y sus hijas. ¿Se conocen porque acostumbran a reunirse con frecuencia para hablar de estos temas?
Justamente ellos se conocieron en una especie de mesa redonda sobre alguna temática afín seguramente, y desde el momento en que se conocieron, según me cuenta Jack, se hicieron amigos íntimos porque ellos tienen un lazo muy fuerte, incomprensible quizás para nosotros que no vivimos tragedias tan grandes, y tienen un nivel entendimiento casi de ósmosis.
A Jack me llevó un tiempo convencerlo de hacer el documental y en el momento en que él aceptó hacerlo y muy generosamente se prestó y aseguró de que él era materia prima, me dijo que lo único que me pedía es que, por favor, pusiera en el documental a Elsa. Fue la única condición que me puso Jack, que por supuesto yo acepté.
– La anécdota de que él le diga a un kiosquero que esos diarios que está vendiendo, mañana no van a valer nada, ¿es porque Jacks es una persona demasiado racional?
No, para nada. Eso es como una veta, primero que lo que dice es cierto y lo que muestra esa escena es un poco el sentido del humor que él tiene, porque le dice que mañana no van a vender nada de eso y es verdad que no lo van a vender. Pasa más por el costado que él tiene muy especial del sentido del humor y de la ironía. Jacks muy racional no es porque también él entiende que el ser humano es sumamente irracional, entonces tampoco tiene esa veta.
– Vamos al anterior documental que es sobre Moacir dos Santos, personaje que ya venía de otro documental tuyo anterior y en este caso es alguien que no ha tenido oportunidades en la vida, que se ha ido topando siempre con problemas. ¿El hecho de haber hecho este documental es para él como una liberación en beneficio de sus pretensiones?
Sí, la verdad es que tanto para él como para mí fue muy importante porque fue un documental que me abrió muchas puertas y para él significó todo un camino y una apertura muy importante, sobre todo para su salud mental y su forma de estar en el mundo, de hecho desde que se hizo y se estrenó la película, él está viviendo en libertad ya que antes vivía encerrado en un psiquiátrico y mal que bien la va llevando bastante bien, consiguió una pensión mejor y está fuera del hospital, creo que desde hace cuatro años.
Hace poco logramos sacar el disco que en la película se ve como terminado pero en realidad estaba por finalizar por cuestiones presupuestarias, hace un mes y medio se presentó en un lugar muy bello de Buenos Aires y eso ha significado un gran progreso en su vida.
– Es claramente una persona que tiene talento y que busca ese reconocimiento que nunca ha obtenido.
Sí, él ya en un momento había perdido hasta las esperanzas, sobre todo estando internado en un psiquiátrico con todo lo que eso implica, y además él creía que sus canciones estaban perdidas porque llegó a Argentina en 1984, buscando justamente hacer su carrera artística y después un poco las crisis económicas le fueron llevando a la soledad y la pobreza, perdiendo la ilusión, las partituras, todo,… él creía todo perdido, y estando dentro del hospital, cuando yo lo filmé en ese otro documental, «Fortaleza», él decía que tenía canciones grabadas y no todo el mundo le creía. Yo decidí ir a Sadaic, que es el ente musical administrativo que hay en Argentina, y las canciones efectivamente estaban guardadas y ahí comenzó la historia de hacer una nueva película y mucho más que eso.
– ¿Qué diferencia hay entre lo que es la información cotidiana que recibimos con lo que es el documental? ¿Este formato de cine pretende entrar más a la esencia de lo que son y de lo que han sido las personas?
Yo creo que tiene otra potencia el documental, de investigación y de cómo mostrar esa realidad. Después, qué es la realidad es otro tema filosófico y largo que el documental, si bien se maneja con materiales que provienen de realidades, no deja de ser una construcción hasta caprichosa de esa realidad y una interpretación y un punto de vista que tiene el director. No es que muestre la realidad pero creo que tiene un efecto muy poderoso sobre cómo transformarla y hacérsela llegar al espectador. Me parece que esa es la fuerza que tiene el documental.
– ¿Incluso para la misma persona que se ve retratada puede significar también algo importante esta experiencia?
Sin duda. Yo soy testigo de que para Moacir y para Jack, los documentales han sido fundamentales en sus vidas. Para mí también, pero bueno, eso es otro tema que suele ser más normal que para un director lo sea. Esto tiene que ver con el tipo de documental porque yo hago documentales por lo general muy centrados en personas, me involucro mucho con ellos y elijo personajes que me resultan amorosos o simpáticos; entonces hay una elección ahí muy decidida.
– Hay una cosa que me pareció importantísima cuando se hace un pase y es que después haya un debate porque tanto es importante el pase como lo que viene después. ¿Tu también tienes esa percepción?
Por supuesto. Para mí es sumamente enriquecedor y justamente estas dos películas que estamos hablando han sido como las más nutritivas al momento del debate porque generan tantas cosas y disparan tantas cuestiones, que la charla es como otra película que viene después. A mí eso me resulta muy satisfactorio porque si la película termina y no le genera nada al espectador, no estaría tan satisfecho pero, como sucede con estas películas, disparan muchas emociones y yo he tenido la suerte de acompañar los filmes en varios lugares y siempre han tenido mucha repercusión y se han generado debates muy interesantes. Siempre trato de estar ahí porque considero que como bien tu has señalado, es muy importante lo que sucede después de la proyección, osea qué queda en esa persona después y lo que no termina en ese momento, lo que continúa, la vida después de la película.
En Buenos Aires nació recientemente una iniciativa parecida a los Cine Clubes desplegada en distintos Centros Culturales, donde se pasan películas nuevas y posteriormente se hace un coloquio. Se llama No solo en cines.
©José Luis García/Cinestel.com
Enlace a entrevista acerca de otro documental sobre la tragedia de Elsa Oesterheld, aquí.