«Los salvajes» de Alejandro Fadel, la aventura de hacer cine
En su primer largo en solitario, luego de haber participado en la experiencia coral de «El amor (Primera Parte)» junto con otros tres directores, el mendocino aborda lo que denomina un falso western, un relato que parte desde distintos mitos y que trabaja desde la ficción en contraposición con un aceptable registro actoral.
La Unión de los Ríos es la productora de «Los Salvajes» y de «El Estudiante» de Santiago Mitre, filmes de dos estrechos colaboradores de Pablo Trapero que no contaron con los subsidios del Incaa.
La película de Alejandro Fadel narra el desencadenamiento de una serie de hechos a partir de la fuga de cinco chicos de un instituto de menores. Es un relato coral que se va asentando sucesivamente en cada uno de los personajes cuya prioridad más absoluta, otro remedio no les queda, es sobrevivir de cualquier manera posible, sea robando o cazando, aportando cada uno sus saberes y convicciones.
El realizador explicó recientemente en el Festival de Lima que solamente la chica protagonista había actuado profesionalmente antes y el resto son muchachos de zonas muy humildes del conurbano bonaerense. «Los salvajes, -decía- si bien tenía un guión de noventa páginas, yo sabía que era una película que la tenía que encontrar durante la filmación porque la razón de ser iba a ser el encuentro de esos actores y del equipo técnico con ese espacio, considerando la grabación como una experiencia, involucrando a todos en algo que podía fracasar. El nivel que tiene la película de acercamiento con lo real era esencial».
«La forma de producirla permitió que ese acercamiento con la realidad fuera posible porque en algún punto lo que sucedía con el equipo era que estaba en situaciones muy parecidas a lo de los personajes. Nos pasábamos cincuenta minutos viajando con la cámara al hombro para llegar a una casa en la que queríamos filmar y yo todos los días pensaba que se podía caer este sistema que habíamos inventado donde todo era posible, y sin embargo no fue así. Todos los días superábamos obstáculos y cada vez nos iba peor, descansábamos menos, comíamos peor,… No era tampoco un paraíso, pero sí que cada día se nos presentaba un desafío al que había que superar como una prueba».
«Los salvajes era una película que se proponía en algún punto de su filmación ser un poco salvaje también y estar a la deriva de lo que podía pasar. La película termina con unas escenas de lluvia que no estaban en el guión y que fue producto de que un día llovió, vimos cómo venía la tormenta, y eso salió al final de la película».
Fadel asegura que la mayor parte de la filmación con un brazo enyesado por un accidente. El rodaje demoró unas cinco semanas.
Comparando con «El estudiante», el realizador contó que esa película tuvo un guión de ciento cincuenta páginas y dura una hora cincuenta minutos, «yo tenía de noventa páginas y el primer corte de la película me duró cinco horas veinte. Imagínense que cosas surgieron en el medio».
Fadel puso énfasis en el hecho de que «Los salvajes» no está contada estrictamente desde los personajes. «No quería trabajar desde un punto de vista tan claro y donde el espectador tuviera una empatía con un personaje. Yo quería que el punto de vista siempre estuviera un poco corrido, donde el espectador se sintiera un poco incómodo y no supiera muy bien adónde tenía que mirar. Creo que eso hace que la película en algún punto esté narrada en tercera persona y no en primera como puede ser «El estudiante».
«A la vez, el camino que la película se propone en la narración de manera ambiciosa es que parte del plano terrenal que es el pibe en condiciones de institucionalización, encerrados, y que una vez que salieran de ahí la película misma junto con los personajes iban en busca de lo sagrado. Entonces una de mis preguntas era cómo filmar hoy lo sagrado, si era posible en el día de hoy para un cineasta contemporáneo en su primera película, filmar un milagro, una revelación o lo intangible.
Eso es lo que creo que le da a la película ese aire, pero a la vez no quería que eso estuviera puesto en las ideas, que la trama tuviera que ver con eso, sino que la película respirara esa pregunta».
La productora Agustina Llambí explicó en Lima que La Unión de los Ríos la formaron un grupo de amigos que ingresaron en 1999 en la Universidad del Cine de Buenos Aires. Hicieron sus primeras experiencias juntos en cortometrajes y después empezaron a trabajar de manera profesional.
«El amor (primera parte)» fue su primer largometraje y a partir de ahí desarrollaron trabajos individualmente para otros. El esquema de producción de los filmes de Medina y Fadel no fue el mismo porque cada película obliga un sistema distinto. Esas necesidades o propuestas tienen que ver con el guión y con la idea del director.
Llambí dijo en el Festival que prefirieron lanzarse a producir sin el apoyo del Incaa por temor a que el proceso de presentación y aprobación del proyecto fuese demasiado largo en cuanto a tiempo. «El Estudiante» lo intentó en 2009, pero quedó fuera de la selección.
El grupo que integra estas producciónes no está constituido de manera formal y piensa que escritura, producción y dirección deben de ir parejos dentro de él.
Son estrechos colaboradores de Matanza Cine, la productora de Pablo Trapero, de quien la productora argentina aseguró haber aprendido mucho. «En ‘El Estudiante’, Pablo fue un apoyo muy importante -dijo-, ante un espacio desde donde trabajar este rodaje y en «Los salvajes» Pablo ya estaba ocupado con varias películas producidas por él y preparando «El Elefante Blanco»; entonces se hizo un poquito más difícil su colaboración, pero es un amigo, alguien de quien hemos aprendido muchísimo y yo trabajé seis años para él, por lo que hay cosas como es el circuito internacional que conocí de su mano».
«Creo que cada película encuentra un espacio y un camino propio y hay un límite en la gestión que los productores podemos hacer por una película porque uno puede proponer esa gestión desde distintos espacios y, por ejemplo, «El Estudiante» y «Los Salvajes» están haciendo dos recorridos muy distintos. En Lima es el primer festival donde han coincidido».
Trapero no participó como coproductor en ninguno de los dos filmes aunque sí prestó apoyo en «El Estudiante».
Alejandro Fadel destacó el interés del cineasta que se inició con «Mundo Grúa» en «remarcar la figura del director-productor a lo largo de la historia del cine, desde Chaplin hasta Coppola, Herzog, Cassavetes,… directores que se producen sus propias películas y que tienen un grado de riesgo y de libertad para con la obra que solo es posible si te autoproducís. Creo que nosotros aprendimos un poco de eso». (cba/rbc) (©cinestel.com)