Entrevista a Gonzalo Calzada, director del drama psicológico “Nocturna”, con Pepe Soriano
Estrenada en Argentina
El actor argentino Pepe Soriano, con 92 años recién cumplidos, es el protagonista del nuevo drama psicológico del director de conocidos filmes como “La plegaria del vidente” (2012), “Resurrección” (2016) y “Luciferina” (2018).
Gonzalo Calzada presenta en “Nocturna” una historia que reflexiona sobre la soledad y las relaciones humanas más íntimas en el último tramo de la vida, con un tono fantástico dentro de una producción pequeña que goza de la presencia de grandes intérpretes.
La película trata de contar cómo la pérdida de la memoria de una persona puede operar como una liberación de trabas emocionales y mostrarla por primera vez libre y plena, como cuando era un niño. Un relato sobre el perdón y la redención.
Según nos cuenta su director, “la intención del género fantástico es la de desestabilizar la realidad, iluminando con sombras (mostruos, locuras, miedo, doble) lo que nosotros creemos que es la verdad, pero que en el fondo no lo podemos saber”.
Admirador de cineastas como Kurosawa, David Lynch, Miyazaki o Mizoguchi, Gonzalo Calzada es un fanático de la mitología griega y de niño su héroe favorito era Ulises (no por casualidad, es el nombre del personaje que interpreta Soriano), quien a diferencia de los demás era el único que no era hijo de Dios, y precisamente la historia de la Odisea es la de un tipo que desea regresar a su casa y tarda 10 años en llegar; algo que paradójicamente también posee conexiones importantes con este filme.
El conflicto de “Nocturna” viene marcado por Elena, una vecina del matrimonio de ancianos protagonistas encarnada por Desirée Salgueiro, que es quien mueve a los personajes, a modo de como ocurre también con la Helena de Troya de la Mitología Griega. Ella es ese afuera que viene a golpear y a romper ese mundo. Gente que no se da cuenta de que el vecino podría tener una realidad distinta a la que públicamente muestra hasta que no entra en la casa de esa persona.
Los temas que trata la película son los del perdón, la redención y una condensación de una vida llena de postergaciones que se define al último momento, hasta el punto de que todo parece estar concentrado en ese instante vital actual. Ulises es un hombre grande, los años le pesan mucho más y la demencia senil, la pérdida de la memoria, le juega en contra.
“En realidad él tiene un niño adentro, -nos explica Calzada– ese niño que empuja, que pregunta, que lo mantiene vivo, en un punto está más conectado al espíritu joven de ese cuerpo vivo. Es una película sobre la trascendencia de una persona. Hay una frase de Oscar Wilde muy bonita que dice que ‘a veces uno puede pasarse una vida sin vivir en absoluto y de golpe, toda nuestra vida se concentra en un instante’. Y yo creo que esa frase es como la idea de ‘Muerte en Venecia’, donde un hombre atraviesa toda una existencia de postergación, de no conexión con él, y de pronto la vida lo sorprende, le da la bofetada, aun cuando ahí no se trate de un personaje de tanta edad”.
– Sí, pero en esa línea que comentas, hay también unas pérdidas de memoria del personaje de Soriano que quizá tengan que ver con las consecuencias de ello, ¿no es así?
Está muy bien esto que decís, yo estoy de acuerdo. Ya viste películas como “Amor”, de Haneke, en la que la pérdida de la memoria está como conectada a un fatalismo, a un final que no tiene ese retorno y que va a ser cada vez peor, donde no hay posibilidad de nada.
No vi “El Padre” de Anthony Hopkins, basada en la obra de teatro, pero sí que yo concebí esta historia -y hace casi quince años que escribí el guion- viendo que mi abuelo empezaba a perder la memoria, pero tenía un tipo de relación con su esposa que era muy parecida a la que tiene Ulises con Dalia en mi película, es decir, Ulises usa a su esposa como un bastón, se apoya en ella, es más, le cede a su voluntad, entrega su vida a la voluntad de Dalia en un punto, y algo de esto había pasado en la relación de mis abuelos.
Pero cuando mi abuelo empieza a perder la memoria, pasa algo muy interesante y es que nace una resistencia, una rebelión en que no se oponía a los mandatos de mi abuela, sino que se oponía a los mandatos que él mismo muy obedientemente había seguido durante toda su vida y se reía, la pasaba bien; era como si hubiera regresado un niño que estaba ahí, en su alter-ego, un niño que se atrevía a hacer lo que quería. Y estos fueron detalles que yo fui desarrollando para transformarlos en una historia.
– Yo también los veo a los protagonistas de tu película como si estuvieran atrapados en el tiempo, desde varias vertientes además. Es como si se hubieran quedado encasillados en un momento determinado de su existir.
Sí claro, un poco es el concepto de lo que puede llegar a ser un fantasma, es decir, un espíritu que no logra entender la espiral en la cual está atrapado, por eso es que hay fantasmas psicológicos también y no necesariamente se tiene que morir para vivir como un fantasma. Se puede vivir una vida en espiral totalmente mordiendo sus propias obsesiones, y creo que esto es un poco lo que pasa en los personajes que rodean esa noche a Ulises, que es este protagonista que intenta precisamente como un elefante ir haciendo una huella por donde poder salir de ese embrollo, porque ese edificio al fin y al cabo termina siendo como una especie de laberinto en donde están estos personajes perdidos y repitiéndose una y otra vez.
Viste que hay un tiempo que es el que nos toca vivir, que es cronológico y lineal, pero que es inaprensible; nosotros no podemos agarrar el tiempo, se nos va de la mano siempre. Entonces en todo momento estamos construyendo un tiempo que es ficcional: el pasado que ya lo estamos interpretando y el futuro que es una proyección. De manera que hay dos tiempos: el inaprensible en el presente y el nuestro interno que tiene que ver con los recuerdos, con la interpretación, que es por donde va pendularmente “Nocturna” todo el tiempo.
– ¿Crees que el director debe querer a sus personajes, más que despreciarlos? ¿Tuviste un afecto por estos personajes a la hora de rodarlos?
Cuando yo empecé a escribir el guion, en aquel momento lo hice pensando en mis abuelos, a los que quise mucho, a los dos. Mi abuelo fue la persona más buena que conocí en mi vida. Muy tierno, era alguien que te conmovía, que nunca había perdido la capacidad de razón y que trabajó hasta los 90 años. Yo le iba a visitar a su oficina, ahí en pleno centro de Buenos Aires, y te mostraba cosas que la gente no veía.
El salir a caminar con él por las peatonales de Florida era realmente un placer. Era un gran observador. Y mi abuela siempre fue una gran narradora, una persona de sangre alemana muy fuerte de carácter. Hay en ella una angustia de postergaciones también que un poco adiviné en el personaje de Madame Bovary, ya que eso yo, en conjeturas personales mías, lo reflejaba en mi abuela, pero siempre tuve la sensación de que la existencia de ella fue una vida de postergaciones también. Ella se volcó en lo que deseaban los otros y no lo que realmente ella quiso, porque yo creo que mi abuela realmente pudo haber sido una estupenda escritora.
Entonces, si vos me preguntás si estoy empático o enamorado con los personajes, te respondo que por supuesto que sí, con todos. No solamente los protagonistas, sino su vecina de arriba Elena, inspirada igualmente en un hecho que me pasó a mí hace años, e igualmente el encargado parecido al del edificio en el que yo vivía cuando escribí la historia.
– Fíjate que Pepe Soriano es un actor que es muy conocido en España, principalmente por un trabajo en cine en el que encarnó al dictador Franco, también como protagonista, aunque actuó en otras. ¿Crees que a él le atrajo tu propuesta para este film porque no tenía comparación con otras actuaciones suyas anteriores?
Él leyó el guion de un tirón, en una sensación de querer ir sabiendo qué le pasa a ese hombre. Hubo cosas que pasaron en el rodaje. A Pepe en un momento lo tuvieron que internar porque se descompuso, en donde yo tuve que hacer modificaciones inevitables al guion original, dejando atrás un texto mucho más claro, si se quiere decir así, donde no habían tantas idas y vueltas como tiene la película que ahora han quedado ahí porque fue un recurso que tuve que hacer para poder seguir filmando.
Por otro lado, yo creo que lo que pasa con los actores, como con cualquier persona que ama lo que hace, es que queda como un hambre de seguir trabajando, actuando e interpretando papeles. Ellos realmente aman actuar y por supuesto Pepe es un gran actor y él estaba esperando que le llegara un guion así, principalmente porque no era una participación de dos días sino un protagónico existencial encima, donde este personaje atraviesa tantas máscaras esa noche que yo creo que para cualquier actor de 90 años es un regalo poder tener la posibilidad de atravesar un personaje tan rico en facetas, en angustias,… porque yo creo que además lo conecta con elementos propios de su vida. No todos tenemos 90 años y no logramos entender lo que se siente por eso.
Así que él quedó fascinado con la posibilidad de hacerlo, nos ayudó muchísimo, fue muy generoso. Es un actor que puso su cuerpo, imaginate con los 90 años y haciendo una película de terror. No se puso tanto en la cuestión del terror, sino que a él más le impactó la parte existencial y humana de la película.
Creo que eso es en algún punto lo más rico de la película porque, si yo la tuviera que ubicar en un lugar te diría que es un drama fantástico antes que un thriller como se ha dicho, es más, me podría quedar solamente con la palabra drama y ya. Lo fantástico viene, pero podría no ir. Pepe estaba muy contento.
©José Luis García/Cinestel.com
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