“Songs of Repression” muestra a los habitantes de Colonia Dignidad hoy
DocsBarcelona 2020
Fueron cuatro años de trabajo muy intensos los que tuvieron los realizadores de origen chileno Marianne Hougen-Moraga y Estephan Wagner para poder concluir su película “Songs of Repression” en la tristemente conocida Colonia Dignidad, un asentamiento de antiguos ciudadanos de Alemania, sobre el cual se conocen detalles escalofriantes acerca de las actividades delictivas que allí se llevaban a cabo al comienzo de su existencia, y que van desde abusos sexuales a menores hasta asesinatos de opositores a la dictadura de Pinochet, tráfico de armas y entrenamientos paramilitares.
¿Cuánto ha cambiado la situación de ese enclavamiento? ¿Y qué secuelas ha dejado ese pasado tenebroso entre sus actuales moradores?
A estas preguntas intentan responder los directores, al tiempo que se encuentran con un lugar rebautizado y orientado a la actividad turística.
“Songs of Repression” posee su origen en la necesidad que sus autores tienen de investigar un poco más las circunstancias que rodean la prolongada existencia de personas que se siguen aferrando a la idea de mantenerse en el asentamiento. Estephan es mitad chileno mitad alemán, y Marianne es mitad chilena mitad danesa. Ella creció con su madre chilena exiliada en Dinamarca, y él en Chile con una familia de derechas de la minoría alemana que es muy numerosa en el país.
Ambos sabían desde niños lo que era Colonia Dignidad, pero con puntos de vista completamente opuestos. La familia de Estephan recalaba en un restaurante regentado por miembros de la Colonia cada vez que viajaban o regresaban de las vacaciones de verano en el sur; un paraje que les parecía idílico por su ambiente alemán.
Por el contrario, Marianne, en un contexto de izquierda y exilio, donde su familia procede justamente de la región en la que está el asentamiento, sabía que ellos no debían acercarse a ese lugar en el que era bien sabido que desaparecían prisioneros políticos. “Nos dimos cuenta de que habíamos crecido con una idea muy blanco y negra de lo que es un sitio tan complejo, y por eso quisimos empezar a indagar” -comenta Estephan-.
De hecho, según nos cuenta Marianne, sigue habiendo una cierta censura en torno al tema, inclusive tras la detención, juicio y encarcelamiento del líder de esta secta llamado Paul Schäfer, quien murió dos años después. “En Chile hay todavía gente de arriba que maneja de qué se habla y de qué no, y también están esos preceptos religiosos dentro de la Colonia que dictan que hay que mirar hacia adelante y no hacia atrás para impedir hablar más del pasado” -asegura la realizadora-.
“Entre la población general hay puntos de vista muy opuestos sobre cómo se ve el lugar, -añade Marianne-. Están los que piensan que los que ahora viven en la Colonia son todos víctimas de Paul Shäfer, y que nadie más tuvo una responsabilidad real porque era el líder el que dictaba todo eso. Y están, por otro lado, aquellos que consideran a los actuales residentes como unos victimarios”.
“Tampoco ha habido una posibilidad real del perdonar, de entender y de dialogar sobre este tema, -sigue diciendo-. Y eso tiene que ver con que aún no se ha encontrado dónde se enterraron los que fueron matados durante la dictadura y obviamente, ni Chile ni Alemania han tomado toda la responsabilidad que requiere la posibilidad de crear un proceso grande de reconciliación”.
“Al principio de todo esto el gobierno alemán, a través del Ministerio de Asuntos Exteriores, estaba absolutamente al tanto de lo que estaba pasando allí, -asegura Estephan-. Aquél era un contexto de guerra fría, y se agudiza aún más con la toma del poder de Pinochet; con Alemania siendo un aliado de Estados Unidos, potencia que además quería convertir un país en vías hacia el socialismo con Allende, y que cuando el dictador toma el poder les parece lo mejor del planeta y lo apoyan militarmente”.
“Para nombrar sólo una anécdota, -continúa- hubo personas que consiguieron escapar de Colonia Dignidad, y que sin dinero ni hablar español, logran llegar hasta la Embajada alemana en Santiago que está a más de 400 kilómetros, y una vez allí los funcionarios alemanes llaman a la Colonia para avisarles de que estaban esos chicos en sus instalaciones para que fueran a buscarlos”.
Hoy en día ya no existen esos lazos directos con la representación diplomática, pero sin embargo sigue habiendo amagos de controles recíprocos entre los mismos habitantes del lugar, algo que en cierta forma se ha mantenido desde la época de Shäffer.
– Otra cosa que parece contradictoria sería si solamente Shäffer resultara juzgado. ¿Hubo responsables que quedaron impunes?
Estephan: Hubo muchos implicados, porque ese sistema fue diseñado de una forma en que todos tuvieran las manos sucias. Había rutinas en las que se paraban en círculo y uno golpeaba al próximo, en un sistema donde uno estaba obligado a espiar a los demás y a denunciar, llegando hasta el extremo de que cuando a uno le interrogaban para saber algo de otro, si no se había enterado de nada, empezaba a inventar cosas. Entonces a otros los castigaban por inventos que uno había hecho, así que obviamente todos están implicados de alguna forma y la gran mayoría son víctimas y victimarios.
Por otro lado, no solamente fue Shäffer quien fue juzgado, pues hubo un par de personas que eran antiguos jerarcas, que también fueron condenados. Y hay uno de ellos que todavía está en prisión por la desaparición de prisioneros políticos. Shäffer solamente fue condenado por abuso a menores; nunca hubo otro juicio contra él.
Pero hay muchas cosas que no se han juzgado, y una de las razones es por el lobby de intereses creados. Por ejemplo, el ministro de justicia y derechos humanos actual en Chile, Hernán Larraín, fue no solamente un férreo amigo de Pinochet sino también un defensor de lo que fue la Colonia Dignidad. Hoy en día es ministro de justicia, e irónicamente de derechos humanos. Por eso, el avance es muy limitado.
– Y es muy curioso que después de lo que ha pasado allá, según se ve en la película, ahora reciban turistas. ¿No es así?
Marianne: Claro, porque los que viven ahí piensan que esa es la forma de seguir para adelante, y hay chilenos de esa séptima región, -que así se llama-, y también los de la octava, que van mucho a pasar sus vacaciones en ese lugar. Y es una cosa importante para ellos contar que han ido a ese enclave… Es muy complicado el tema en Chile.
Estephan: Así como España es un país muy dividido todavía, Chile también lo es, y un poco por las mismas razones como pueden ser el obligar a la población completa a quedarse callada, para decirlo de una forma muy burda, pero básicamente es eso. Y además haciendo la vista gorda, como diciendo que ya pasó y que miremos para adelante; aunque eso claramente no resuelve los problemas.
– Al mismo tiempo, uno también se pregunta acerca de lo que a esa gente les retiene ahí. ¿Qué motivos tienen para permanecer en un lugar con esos antecedentes?
Estephan: Ya no se llama más Colonia Dignidad y ahora es conocido como Villa Baviera. Hubo un cambio de decorado y todos ellos tienen una imagen idealizada que en Chile es un cliché, porque allí se piensa que todo lo alemán es bueno, de calidad y perfecto.
Pero las causas de que esa gente no se vaya es compleja y no hay una sola razón, aunque también hay que decir que la gente que vive en el enclave es diversa, dentro de todo. Y yo diría que hay una gran mayoría que vive ahí porque quiere vivir ahí, porque les parece encantador. Ahora bien, uno podrá pensar sobre eso lo que quiera, pero para ellos ese es su mundo, su realidad, esa es la sociedad donde han vivido a lo largo de 50 años y no se pueden imaginar algo mejor que estar allí.
Luego hay otra gente, como por ejemplo uno de los que aparecen en la película, quienes comparten varias cosas que los retienen: primero una dependencia emocional que les duele muchísimo, los desgarra, e incluso los tiene en depresión, pero sin embargo los hace quedarse allí. Y aparte hay una dependencia económica porque, por ejemplo éste al que me refería, llegó a los 3 años a la Colonia, fue inmediatamente separado de sus padres y creció en el grupo de niños, como todos los otros niños, sin contacto alguno con sus progenitores. Su actual esposa nació allá adentro en los primeros años y su español hoy en día está un poco mejor, pero sigue siendo muy rudimentario. Él tiene ahora más de 60 años y nunca pagaron para una pensión, pues el sistema no da para eso. Entonces realmente no tienen nada. Y hay algunos que a pesar de ello han salido de ahí y viven muy mal, y la sufren y la luchan y siguen con sus depresiones también afuera.
– Igualmente hay parejas de antiguos niños abusados que creo que también está afectadas.
Marianne: Eso es lo que se llama una familia disfuncional, donde ellos siguen con lazos muy fuertes porque no se pueden deshacer de los padres que abusaron de ellos, o de su madre que les pegaba o de su hermano que usaba represión para ganar lo que él quería. Lo que pasa ahí es que hay una dependencia emocional tremenda, porque han crecido en esos grupos y en ese sistema tan cerrado donde no sabían de los códigos éticos que han existido en el mundo de afuera.
Ellos no han hecho tampoco ningún proceso de conciliación real en profundidad con psicólogos y otros expertos, tampoco poseen la capacidad de decidir emprender acciones como la de irse del lugar para crear su propia vida en otro lado. Y eso aparte de todo lo económico, la barrera del idioma o la educación.
Estephan: El tema de la película es como un microcosmos que nos interesaba tanto porque da para muchas cosas. Y así como uno mira una familia, también podría mirar un país. Podríamos observar qué pasa después de las décadas que han transcurrido desde que se derrumbó Alemania Oriental, por ejemplo, donde la gente lo único que quería era derribar ese muro e irse. Pero hoy en día una parte importante de la población, aunque no mayoritaria, anhela que vuelvan los tiempos de la RDA, y uno se pregunta que cómo es eso posible. Osea, que hay gente que desea volver al pasado y en Chile hay quien les gustaría volver a los tiempos de Pinochet. Entonces es una condición humana y estos vínculos son muy difíciles de romper, aunque haya mucho dolor y mucho trauma en ellos, porque hay a quien le parece que eso es lo más natural del mundo.
– Hace pocos años se estrenó una ficción alemana que se llamaba “Colonia Dignidad”. ¿La han visto? ¿Qué impresión les dio?
Marianne: Sí la vimos y claramente esa película dio otro nivel de atención a la historia de la Colonia y también creó algunas discusiones entre políticos alemanes y políticos en Chile, así como diálogos entre los distintos grupos de interés sobre Colonia Dignidad, así que en ese sentido vemos que fue una película y una historia importante.
Sobre qué pensamos de la película en sí como cineastas, no creo que nosotros seamos los correctos para dar una crítica sobre ella. Aquel era un relato de ficción y nosotros hacemos documental.
Estephan: Tuvimos varias reuniones con el director, Florian Gallenberger, por un tema de investigación previa que se hizo. De hecho, él sabe mucho de lo que pasó antiguamente y a nosotros nos apoyó bastante en el sentido de ayudarnos a recopilar información.
Marianne: Y de eso estamos muy agradecidos y también le felicitamos a él por lo que logró con esa película a nivel político.
©José Luis García/Cinestel.com
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