«La Vida Después»; María Onetto y Carlos Belloso en el desencanto

Presentada en la sección Panorama del BAFICI 2015, «La Vida Después» es la crónica del desencanto en la separación de una pareja a partir de una decisión dolorosa, porque en el fondo se siguen amando. La película cuenta con la notable actuación de dos grandes intérpretes argentinos como son María Onetto (La Mujer sin Cabeza, Rompecabezas, Relatos Salvajes) y Carlos Belloso (La Niña Santa, Dormir al Sol). Tras la ruptura de la convivencia en común, el protagonista siente una gran extrañeza por la nueva situación, y los indicios de que ella está comenzando a tener una nueva relación generan en él un enorme cúmulo de sensaciones de compleja salida.
Cuando se finaliza una relación importante, suele ocurrir que nos movemos entre la extrañeza y la incertidumbre sobre cuál es el rumbo que va a tomar la vida de cada uno por separado. Es prácticamente habitual que se establezca que se va a quedar como amigos y, aunque muchas veces esa frase sea un mero formalismo ante una despedida, éste de la película es otro de esos casos en los que el reconocimiento a los momentos vividos en conjunto está presente, básicamente porque suele suceder que cuando no han ocurrido especiales conflictos en una relación, las partes buenas de una experiencia en común siempre quedan visibles en la memoria al asumir también que en la vida todo va a ser efímero, inclusive la vida misma.
Aceptando que es altamente improbable que se conozca en un 100% al otro miembro de la pareja porque siempre hay parcelas muy íntimas que no se comparten, «La Vida Después» propone un juego reconocible de sensaciones personales en las que se barajan temas como la pérdida, la fidelidad, la soledad, los celos repentinos y la necesidad de buscar nuevas formas de amar, de reinventarse constantemente junto a la persona con la que se convive. Nunca está de más el jugar a ser amantes aunque sea una relación de 25 años, y esta historia trata también sobre eso, sobre lo bueno que sería el romper de vez en cuando con la monotonía, haciendo cosas de común acuerdo o sorprendiendo al otro.
La actuaciones de los protagonistas son perfectas para el tema que está tratando la película, mientras que los demás actores del reparto le proporcionan el equilibrio necesario a esta historia con unos cuantos choques emocionales obsesivos alimentados por dudas, temores, sospechas, decenas de «supuestos» y preguntas sobre cómo pudo haber pasado la separación y el porqué. Esos «fantasmas» siempre transitan por ahí y a Juan le cuesta muchísimo evitar lo que le pasa, mientras ambos intentan por su cuenta con disimulo fijarse en el/la ex-pareja desde las nuevas perspectivas originadas.
Una mención aparte merece el trabajo con los valores cromáticos aplicados a la imagen de la película, que contienen tonalidades que refuerzan las emociones en una relación de convivencia diaria que está rota, así como el montaje a cargo de Franco Verdoia y Delfina Castagnino que le proporciona al film el ritmo adecuado después de un estudiado trabajo con la cámara.
El guión es obra de Pablo Bardauil a partir de experiencias personales suyas, conteniendo algunos giros que la convierten en una historia imprevisible por completo y muy distinta en su esquema narrativo y su esencia a lo que fue el debut de ambos realizadores con «Chile 672». «La Vida Después» tiene igualmente algunos puntos oníricos que son un poco pesadilla también, y un final que abunda en la idea de que todo pasa y todo llega, quedando algo abierto a los ojos del espectador dentro de un relato en el que Juan y Juana parecen estar luchando en contra de un concepto más radical de las conclusiones.
Entrevista a los directores, aquí.
©José Luis García/Cinestel.com