La violencia infantil y juvenil retratada con realismo y crudeza en «Heli»

Desde que Amat Escalante recibiera en Cannes 2013 el premio al mejor director por esta película, han circulado todo tipo de comentarios acerca de la conveniencia o no de mostrar tan explícitamente como lo hace en «Heli» la violencia física y psicológica de la que son protagonistas los niños, adolescentes y jóvenes que aparecen en el film. Se puede llegar a pensar, especialmente desde fuera de México, que esa violencia es gratuita y que Escalante ha construido una ficción de manera arbitraria para que nos quedemos impresionados, pero no es cierto.
Los mexicanos conocen muy bien, porque siguen a diario las noticias que se producen en el país, que esta es una de tantas situaciones graves que hoy en día se reproducen en muchos lugares de México. Lo que ocurre con los informativos noticiosos de radio y televisión o con la radio es que si vives en una gran urbe como el Distrito Federal, recibes esas brutales y despiadadas noticias de zonas rurales con inquietud, preocupación y temor pero difícilmente te puedes hacer una idea sobre cómo ha sucedido eso porque las noticias siempre se explican después de cuando han sucedido.
El caso del los cuerpos ahorcados en un puente o las cabezas cortadas que también se ven en la película ya es algo que ha visto más gente, pues suelen estar en lugares de tránsito. Lo que Amat Escalante está haciendo es que, teniendo en cuenta esas noticias y los datos que aportan, ha ideado una ficción para mostrar la crueldad y la perversión de quienes cometen esas barbaridades de modo que los espectadores nos podamos hacer una idea de lo que es vivir permanentemente con miedo. «Heli» es una película que tiene momentos de una violencia extrema y otros más apacibles, pero en todos subyace un hilo de tensión que los mexicanos conocen muy bien aunque no les afecte directamente, por eso nunca les parecerían ajenas esas primeras escenas de la película en las que se documenta la tortura y lo que después hacen esos paramilitares.
Esa angustia, ese desconcierto, esa deshumanización se puede ver en el film incluso en los momentos aparentemente calmados donde está expuesta la incertidumbre acerca de si será posible llegar con vida al día siguiente. Lo verdaderamente horrible es que esta situación la están padeciendo en el día a día miles de familias en el país azteca quienes no paran de preguntarse por qué les sale todo mal. Escalante ambienta esta historia sobre la ferocidad humana en Guanajuato, a cinco horas de Ciudad de México, un lugar que solo presenta dos alternativas de trabajo: o dedicarse a ensamblar automóviles en la fábrica de General Motors o el narcotráfico. Por si todavía fuera poco, esa predisposición al crimen se complementa con una actuación ineficaz y corrupta de los investigadores policiales o judiciales, cuestión que también incluye «Heli».
Amat Escalante es un director que se ha nutrido en su aprendizaje cinematográfico de maestros como Bruno Dumont y Carlos Reygadas y que hasta ahora ha tenido un interés muy destacado en mostrar las partes más feas, atroces y pérfidas de la violencia. Si analizamos brevemente sus anteriores filmes, en «Sangre» mostraba los efectos perversos de la globalización, poniendo de relieve cómo el espíritu estadounidense se filtra en nuestro comportamiento cuando prendemos el televisor o comemos, mientras que en «Los Bastardos» se concentraba en enseñarnos cómo dos mexicanos que habían cruzado ilegalmente la frontera con los Estados Unidos caían irremediablemente en una violencia mortífera. En sus trabajos, el cineasta pretende que los espectadores dejemos de ver como normales la brutalidad y el terror y tomemos conciencia de lo que en verdad significa.
©José Luis García/Cinestel.com