«El Pasado» de Asghar Farhadi; la agonía en las relaciones de pareja

Una de las obsesiones de este cineasta iraní que ha rodado en París, Asghar Farhadi, es la de tratar en su cine el tema de la familia en crisis. Con «El Pasado» vuelve al asunto con un buen guión y unas sobresalientes actuaciones de Tahar Rahim, Ali Mosaffa y la intérprete francesa nacida en Buenos Aires Bérénice Bejo, quien por este trabajo logró el premio a la mejor actriz en el Festival de Cannes. La película comienza con la llegada de Ahmad a París para iniciar el proceso de divorcio a petición de Marie, su esposa francesa. El director de la premiada «Nader y Simin, una separación» vuelve a cautivar con este film.
Durante la breve estancia que lo mantendrá en la capital, Ahmad va descubriendo la conflictiva relación entre Marie y su hija Lucie. Farhadi no es amigo de las escrituras de guión lineales y esos cambios de contexto y de ubicaciones hacen la película más atractiva y enigmática, en especial cuando los esfuerzos del recién llegado para restablecer el vínculo entre madre e hija acaban revelando un secreto del pasado.
Así entonces, lo que comienza siendo una reunión presencial necesaria para zanjar algunos asuntos del fin de relación de una pareja, deviene en varias tramas que discurren paralelas a lo largo de la película. Hay que ser un realizador muy talentoso para poder combinar todas esas bifurcaciones de una manera compresible para el espectador, y Farhadi lo consigue con maestría y con una dirección de actores encomiable. «El Pasado» es además una de las pocas películas que no alteran ni manipulan ciertos sonidos como los que, al menos en la versión original, se escuchan en el interior del automóvil. Esa ambientación sonora de voces secas y sin resonancia tan realista no se suele percibir en otras películas.
El cineasta basó el guión en distintos fragmentos de historias separadas que acaban encontrando un punto de convergencia en la misma dirección y que nos plantean una serie de interrogantes que nos hacen el relato más inexplicable y misterioso. Qué hace el visitante viviendo en la casa de su ya ex-mujer cuando ella tiene ahora otra relación, sería uno de ellos, pero hay algunos más sobre los que la película nos va a hacer pensar.
Por otro lado, el realizador iraní ha tenido que adaptarse en este caso a lo que es y significan las relaciones afectivas de pareja en Francia, mucho más directas que las de Irán, donde ese flujo de comunicación casi siempre es indirecto. Aquí la nacionalidad es lo de menos ya que todo lo que ofrece la película está definido por una situación que se asoma desde el ayer, y ése es el eje principal de lo que se está contando; si debe privilegiarse una cierta lealtad hacia el pasado o renunciar a él para lanzarse hacia el futuro.
Farhadi definía muy bien esa postura tan común en una declaraciones en las que decía que «se tiende a pensar que el futuro es impreciso porque se desconoce, pero el ayer me parece aún más opaco. Actualmente tenemos numerosas huellas palpables del pasado, y debería ser más cercano que antes. A pesar de las fotografías, de los correos electrónicos, de todo, lo anterior es aún más oscuro.
Es posible que la vida actual tienda a ir hacia delante y a ignorar lo pretérito. Pero la sombra del pasado siempre está presente y nos tira hacia atrás.
Me parece que ocurre en Europa y en el resto del mundo. Por mucho que nos esforzamos en propulsarnos hacia delante, el peso de los acontecimientos de nuestro pasado sigue frenándonos».
©José Luis García/Cinestel.com