Pinamar: «El Pozo» de Rodolfo Carnevale, una mirada al autismo

No existen dos autistas iguales y nos es muy difícil comprender el autismo desde afuera pero Carnevale es probablemente uno de los que mejor nos puede acercar a ese mundo a través del cine ya que ha vivido en primera persona ese problema debido al síndrome que su hermano padece.
Gracias a él, el espectador interesado puede tener una visión mucho más formada de lo que ocurre en una familia afectada.
Esta ficción, tan escrupulosa y cercana a los problemas que padecen a diario miles de personas en todo el mundo, nos demanda que intentemos comprender los sentimientos y las emociones de los autistas y sus familiares. Las causas se desconocen y nadie está a salvo de la posibilidad de que nos ocurra en nuestro entorno personal.
Los protagonistas son Ana Fontán, Túpac Arriera, Patricia Palmer y Eduardo Blanco con, entre otros secundarios, Norma Argentina, Gustavo Garzón y la participación especial de Adriana Aizemberg.
El título del film tiene que ver con la sensación que los papás de un niño autista tienen de estar dentro de un pozo y, desde la mirada del director, no necesariamente tiene que ser un lugar oscuro. San Luis Cine participó en la producción.
Basada en un hecho real, la historia gira en torno a Pilar, una chica de 26 años que es autista desde los 4. El padre quiere que la internen pero la madre se niega. Esto crea un distanciamiento en la pareja hasta el punto de que la familia se está resquebrajando: Alejo, el hijo menor, tiene conflictos en la escuela y con los amigos.
Pilar sufre ataques cada ver más frecuentes que tornan imposible la convivencia lo que hace que finalmente la internen.
Las actuaciones de los protagonistas autistas realmente impresionan por su veracidad. Ambos actores estudiaron muy de cerca el modo de obrar de los auténticos afectados para luego representarlos con brillantez.
El autista es incapaz de comunicarse con el mundo que le rodea y las causas no están del todo definidas. Hay varias hipótesis genéticas o de fallos durante el nacimiento pero nada se sabe con certeza. Se especula con que puedan ser varias las causas.
Pedimos a Rodolfo Carnevale que nos contara algo más sobre este, para muchos, poco conocido síndrome para los lectores de Cinestel:
«Hay varias fases en el autismo y se da de diferente manera en cada individuo que lo tiene. No tiene cura pero se puede tratar y quizás alivianar.
Los síntomas más comunes son el mañerismo (cuando se muerden la mano), el balanceo, el rechinar de los dientes y los brotes epilépticos pero, por lo general, como en el caso de Pilar que también sufre retraso mental, tienen características propias diferenciadas».
– Decías que son confundidos con esquizofrénicos.
Con esquizofrénicos, con psicóticos,… porque en realidad el autismo pasa también por momentos de psicosis y por momentos de esquizofrenia.
– Están también los prejuicios de la gente y otro aspecto que reflejas en la película es la llamada «crueldad infantil» que padece el hermano de Pilar que no acepta que vayan amigos suyos a casa porque sino se mofan de él.
Sí, los hermanos se sienten discriminados, aislados, incluso inferiores porque para ellos es muy difícil aceptar esta realidad.
Yo eso lo he padecido en primera persona y se ve también en el personaje de Alejo, el hermano de Pilar, que es un chico solitario, que no puede transmitir lo que le sucede y que le falta esa contención que necesita, además de que sus compañeros también lo burlan porque lo ven diferente.
– La madre también padece depresión en la película.
También hay una afectación más que nada por como los demás te ven y cuesta mucho dormir.
Tener un chico autista provoca un cambio radical en todo sentido, modifica todo el ritmo de vida de una familia, horarios de sueño, horarios de almuerzo, de actividades,… como estos chicos tienen problemas de sueño hay que tener gente al cuidado de ellos o si la familia no puede, el padre o la madre se tienen que hacer cargo.
Lo que siempre sucedió en mi casa es que mi hermano, como no dormía de noche, hacía travesuras y ellos no juegan con juguetes tradicionales sino que agarran objetos como vasos, cubiertos, platos,… cosas peligrosas. Entonces hay que estar vigilándolos constantemente.
Como no pueden estar en reuniones o en lugares con gente, también los padres se aíslan, se encierran, no salen y eso hace que la familia vaya perdiendo contacto con amistades, familiares, con todo el entorno, lo que provoca que se llegue a un momento donde hay una soledad absoluta y no se sabe a quien recurrir.
©José Luis García/Cinestel.com