Infancia y adolescencia en «Mochila de Plomo», de Darío Mascambroni
Infancia y adolescencia son dos periodos de nuestras vidas como personas sobre los que se ha ocupado en sus primeras dos películas el realizador cordobés Darío Mascambroni, un excelente narrador que sabe jugar con aquellos puntos de sutileza que son los que de verdad hacen creíble un relato, por encima de aquellos otros que nada más buscan las certezas que muchas veces se suelen encontrar en filmes del formato mainstream.
«Mochila de Plomo» es la siguiente propuesta a «Primero Enero», y ambas películas han pasado tanto por la Berlinale como por el BAFICI.
El filme está vehiculado a través de Tomás, un chico de 12 años omnipresente en casi toda la historia, quien se acaba de enterar que el asesino de su papá sale de la cárcel.
Con un revólver en la mochila y sigilosamente, el joven sale a la calle sin ni siquiera conocer quién era su papá y las circunstancias de su muerte.
Con esos ingredientes que marcan un probable final trágico, «Mochila de Plomo» contiene además como premisa la falta de fluidez en esas relaciones familiares y personales, con unos adultos que generalmente buscan un distanciamiento frente al chico. Tomás es un muchacho bastante tranquilo en realidad, pero hay una tensión en el ambiente que está acompañando a la soledad que todo el rato padece el joven.
Darío Mascambroni responde las preguntas de Cinestel:
– ¿Por qué te interesó repetir la relación entre padres e hijos en tu segundo largometraje?
La cuestión familiar es lo que me interesa sobre todas las cosas. El vínculo de sangre, el legado, la herencia. Cuestiones de gran peso que quedan establecidas en vínculos obligados. Uno no puede elegir a los integrantes de su familia, simplemente los acepta como son o lucha eternamente contra algo que difícilmente se pueda cambiar. El vínculo entre un hijo y sus padres es el más estrecho y la implicancia entre las partes es determinante. Estas características vuelven más potentes los conflictos entre personajes y eso puede aportar mucho en una película.
– Quizá a simple vista no lo parezca, pero en «Mochila de Plomo» la madre del chico y su actitud son también importantes en el relato. ¿Preferiste no ser demasiado incisivo con el comportamiento de ella? Es una mamá de lo más pasiva con su propio hijo.
En mi forma de verlo la madre y el padre tienen la misma importancia. Ése es un día muy particular en el que Tomás necesita conectarse de manera especial con su padre fallecido. Pero es la madre la que como puede lo acompaña. Es difícil en una película que narra un solo día en la vida de esas personas y que decide poner el foco de manera excluyente en Tomás, desarrollar al resto de los personajes con mayor profundidad.
La madre está, no está, queda en evidencia que hay una relación defectuosa con su hijo, pero también que se trata de una relación estrecha. Entre ellos hay reclamos y peleas propias de dos personas que comparten mucho. Una de las escenas más importantes de la película los tiene a los dos sentados a la mesa en lo que puede ser el momento previo a una charla un poco más a fondo.
– Y también con una simple camiseta casi que nos estás remitiendo a los fundamentos del mercadeo comercial con su más que discutible propósito de fomentar el sentimiento de pertenencia a una «tribu». ¿La incluiste por ese motivo en el guion?
La verdad, no fue el motivo de esa escena. Tomás tiene muy poco a lo que aferrarse el día en que sale de la cárcel el hombre que mató a su papá. Está a la búsqueda de respuestas que le son esquivas y entre tan poco, de repente encuentra un elemento que podría haber usado su papá, algo que de alguna manera representa la figura de su viejo.
Por otro lado, creo que esa misma situación hace referencia al juicio que muchas veces cae sobre los niños a quienes sentencian a ser iguales a sus padres. Al ponerse la camiseta, Tomás de alguna manera se disfraza de su papá, él lo siente como algo bueno, pero seguramente entre los adultos habrá muchos que lo vean como una imagen totalmente negativa.
– ¿Sigue habiendo apoyos en Córdoba para los realizadores locales de cine?
Los apoyos en Córdoba siguen estando. Nosotros contamos con eso para hacer «Mochila de Plomo» y se supone que habrá más apoyo para que más películas se sigan haciendo.
Es algo nuevo que de a poco deberá tomar forma para que todo tipo de diseños de producción encuentren la manera de desarrollar y hacer películas. No solo las que respondan a características impuestas por el mercado.
– Fíjate que la misma gestión del INCAA que como las anteriores sigue apoyando al BAFICI, se atreve a sembrar dudas alrededor de la continuidad del cine de autor. ¿No te parece un poco extraño este tema?
Extraño no porque sería ser ingenuo, es clara la manera en la que esta nueva gestión del INCAA mide nuestra actividad. Pero sí marca una profunda incoherencia entre el valor artístico y cultural que tiene nuestro cine y la mirada mercantilista que la nueva gestión del INCAA está imponiendo poco a poco, mientras cubre todo con un manto de incertidumbre.
El BAFICI es un espacio extraordinario que evidencia y confirma el interés del público por películas diversas que no siempre responden a los cánones del mercado. Hay coherencia entre los programadores, el público, la crítica, el jurado… y el INCAA hoy va a contramano. El apoyo al cine es indispensable desde el lugar que se lo mire. La cultura es una inversión, nunca un gasto.
©José Luis García/Cinestel.com
Nota relacionada: entrevista al director por su anterior filme «Primero Enero».